Sofocos: qué son, síntomas y cómo aliviarlos

Sofocos: qué son, síntomas y cómo aliviarlos

A lo largo de toda tu vida puedes sentir los famosos sofocos, que son uno de los síntomas más característicos de la menopausia o pre-menopausia, la etapa de la vida de la mujer donde desaparece la menstruación. Hoy queremos hablarte de ello, para que entiendas qué son y qué puedes hacer para sentirte mejor cuando se manifiesten. Como ya sabes, estar correctamente informada puede marcar la diferencia y hacer que pases por esto de la mejor manera posible. Y lo más importante, sin perder la sonrisa.

 

Los sofocos son la sensación repentina de calor intenso o bochorno, normalmente van acompañados de sudores, que puede llegar a provocar un cierto enrojecimiento de la piel.  Durante los sofocos la frecuencia cardiaca de la mujer puede aumentar, pero no te asustes es normal y no duran para siempre.

La duración de los mismos varía de un par de minutos a media hora, y lo mismo ocurre con la frecuencia.

 

Estas sensaciones de calor suelen ser más intensas en el rostro, el cuello y el pecho, pese a que pueden propagarse por todo el cuerpo. ¿Te estás preguntando a qué se deben los sofocos? Se producen por desajustes de tu temperatura corporal, causados por la bajada de estrógenos, muy frecuente durante la menopausia.

 

Los sofocos pueden ser leves, moderados y severos, dependiendo de su frecuencia y las veces que se manifiestan al día.

 

Sabemos que no es una sensación agradable, pero tienes que recordar que ante todo puedes con todo y que no estás sola. A tu alrededor, y quizás no te des cuenta, más mujeres están viviendo lo mismo que tú.

 

 

¿Cuáles son los síntomas?

 

  • Sensación repentina de calor.
  • Aumento de la frecuencia cardíaca.
  • Sensación de frío cuando pasan.
  • En ocasiones enrojecimiento de la piel.

 

¿Debería acudir a un especialista?

 

Si te encuentras muy mal, o si los sofocos van acompañados de otros síntomas a los que te hemos descrito con anterioridad, sí podrías acudir a tu especialista. De lo contrario, trata de no preocuparte en exceso, ya que es algo totalmente normal en esta etapa de tu vida. Todo llega, todo pasa, y para la mayoría de los síntomas siempre hay algo que se puede hacer para sentirse mejor.

A continuación, vamos a contarte una serie de truquitos que puedes poner en práctica, para sobrellevar este síntoma. Verás como logras que los sofocos no cambien tu estilo de vida, y te sentirás mucho mejor.

 

¿Qué puedo hacer?

Los sofocos pueden llegar a interferir en el desarrollo de tu rutina, pero no te preocupes que vamos a darte como siempre, un par de consejos que te serán de ayuda:

 

  • Trata de mantener tu dormitorio fresco durante la noche, con esto podrás evitar, o al menos pasar de mejor manera los sofocos nocturnos (si los tienes). También ayuda tomar un poco de agua fresca antes de acostarte, pero recuerda que debes consumirla con moderación en el caso de que tengas pérdidas leves.

 

  • Las temperaturas altas pueden favorecer la aparición de sofocos. En el trabajo o espacios públicos no puedes controlarlas, pero sí puedes hacerlo en tu casa y el coche, donde es recomendable mantener una temperatura agradable.

 

  • Si la sensación es muy intensa, puedes humedecer una toalla en agua fresquita y pasártela por la cara y el cuello. Seguro que con este sencillo truco vas a sentirte mucho mejor.

 

  • ¿Conoces la expresión «llevas más capas que una cebolla»? Es aconsejable que te vistas así, por capas. De esta manera, cuando lleguen los sofocos podrás desprenderte de las prendas que necesites y estar fresquita.

 

  • Trata de mantener una dieta sana y equilibrada. Esto es algo que queremos recordarte para que lo tengas presente siempre. Es mejor evitar ciertos alimentos como los picantes, y el alcohol que pueden empeorar los síntomas menopaúsicos. Ahórrate las comidas copiosas.

 

  • Trata de no ingerir bebidas muy calientes, es mejor que las consumas del tiempo o frías.

 

  • Elimina el tabaco de tu vida, que además es algo muy beneficioso para tu salud.

 

  • Realiza ejercicio físico, es bueno para esto y otros síntomas de la menopausia. Además, con ello evitarás tener sobrepeso. Uno de los deportes que te aconsejamos practicar es el yoga. Ya te hablamos de los beneficios de esta práctica con anterioridad. Esta actividad te será de mucha ayuda. Siempre viene bien un ratito de relajarse y respirar hondo, y mirar la vida con la sonrisa que te caracteriza.

 

  • Trata de mantener siempre una actitud positiva. La actitud es muy importante, y puede cambiar radicalmente cómo te sientes contigo misma. Aunque a veces sea complicado, es muy importante que no pierdas el foco y trates de ver la vida con una sonrisa. Y sino, el apoyo de tu pareja, familiares y amigos puede hacer que te sientas mucho mejor. ¡No estás sola!

 

Es preferible que pongas en práctica nuestros consejos antes de acudir a los medicamentos, pero si se te hace muy molesto siempre puedes acudir a tu ginecólogo. Podrá aconsejarte y ayudarte en todo lo que necesites, así como ponerte un tratamiento especializado que hará que te sientas mucho mejor.

 

Antes de despedirnos queremos recordarte que eres una Experta en Vivir, que puedes con cualquier cosa que te propongas. Y que no olvides ver el lado bueno de las cosas, porque todo esto te ayuda a seguir sintiéndote viva, y a acumular experiencia.

 

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¡Que pases un feliz día!

La confianza de contar con un buen ginecólogo

Hace unos meses una buena amiga me pidió que le diera el teléfono de mi ginecólogo, pues se había quedado sin él de la noche a la mañana y sabía que yo estaba muy contenta con el mío, que me llevaba atendiendo durante una década.

Cuál sería mi sorpresa y mi decepción cuando me llamó para decirme que en la consulta le habían informado de que se había retirado y ya no pasaba consulta. Allí estábamos las dos, compuestas y sin doctor, llenas de dudas y con una sensación cercana al desamparo. Al menos nos sentíamos desamparadas médicamente. Ella consiguió que le pusieran en contacto con otro profesional, gracias a un círculo de confianza, pues tenía ya cercana la fecha de su revisión anual.

Yo sigo buscando con algo de temor, pues sé que no es fácil dar con un profesional con el que te sientas cómoda y bien atendida a la primera de cambio, no en vano, durante años cambié de ginecólogo hasta encontrar al que supo entenderme y me dio una atención ginecológica eficaz y de confianza.
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La fuerza de la mujer madura

Vamos cumpliendo años y somos las mismas de siempre, pero de pronto hay un hecho casual que nos recuerda que no somos unas jovencitas, y empezamos a reflexionar sobre lo vivido, y sobre todo, comenzamos a ser conscientes de un cambio profundo. Sobre la entrada en la menopausia hay mucho escrito y hablado, una tradición oral que en ocasiones asusta y desinforma. La incertidumbre sobre cómo será nuestra vida lejos de la edad fértil, el cese de la menstruación y la aparición de los síntomas adversos nos sigue como una losa, pero poco se habla de todo lo bueno que madurar trae consigo.

Hace una semana salí a comer con un amigo, un hombre de unos cuarenta años. En el transcurso de la conversación, hilando un tema con otro, me habló de una mujer que había conocido hacía poco tiempo por motivos profesionales y que realmente le fascinó. Tenía en torno a sesenta años, y precisamente fue su seguridad y el aura que sólo dan los años vividos, lo que le cautivó de ella.
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Regálate un paseo

Ayer me hice el mejor regalo posible. De la manera más inesperada, lo que iba a ser un simple tránsito se convirtió en un paseo grandioso, mecida por un sol enérgico que me descubrió nuevas imágenes de la ciudad. En una pausa merecida, de camino a una cita con una buena amiga, de pronto me di cuenta que siempre iba por el mismo camino, y decidí explorar otra ruta menos habitual, más larga y bella, pausada y sin prisa, concentrada en el paisaje.

La verdad es que últimamente estoy un poco anquilosada, demasiado tiempo sentada ante el ordenador empieza a pasar factura, y las piernas se resisten a grandes esfuerzos. Pero paso a paso me fui sintiendo cada vez más ligera y vital, mirando a un lado y a otro con curiosidad, saludando a las gaviotas que acampaban en la ribera del río, escuchando a los pájaros que cantaban desde los árboles, a cada paso mas ágil.
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No quiero ser una Barbie

La famosa muñeca ha cumplido 50 años. Hemos crecido con una o varias Barbies en la mano, jugando con ellas y soñando con tener un traje de noche, unos zapatitos de cristal o un traje de novia como el de ella. Su figura se ha anclado en el imaginario de muchos (y muchas) como el de la mujer ideal. Se ha clonado en algunas mujeres verdaderas que han intentado vanamente conseguir esas piernas larguísimas, esa cintura desproporcionada y esos pechos turgentes en todo momento.

Imposible. La figura de Barbie ha sido siempre un modelo inalcanzable por irreal. Ese cuello alargado hasta el infinito y esos brazos y piernas extendidos en el molde de la fábrica no pueden reproducirse en la realidad. Las mujeres reales no somos Barbies, a ninguna edad.

Sin embargo, Barbie sigue dando pasto a quienes no se toman la figura de la mujer muy en serio. Y no han tardado en imaginarse una Barbie de 50 años, abandonada y apoltronada. Encerrada en casa. Nada mas lejos de la realidad. Tenemos la edad que tenemos, y muchas ayudas para superar los cambios de nuestro cuerpo. Y como a los 20, 30 o 40 volvemos a decir con la boca bien grande: No quiero ser una Barbie.

Foto | Adweek