La famosa muñeca ha cumplido 50 años. Hemos crecido con una o varias Barbies en la mano, jugando con ellas y soñando con tener un traje de noche, unos zapatitos de cristal o un traje de novia como el de ella. Su figura se ha anclado en el imaginario de muchos (y muchas) como el de la mujer ideal. Se ha clonado en algunas mujeres verdaderas que han intentado vanamente conseguir esas piernas larguísimas, esa cintura desproporcionada y esos pechos turgentes en todo momento.

Imposible. La figura de Barbie ha sido siempre un modelo inalcanzable por irreal. Ese cuello alargado hasta el infinito y esos brazos y piernas extendidos en el molde de la fábrica no pueden reproducirse en la realidad. Las mujeres reales no somos Barbies, a ninguna edad.

Sin embargo, Barbie sigue dando pasto a quienes no se toman la figura de la mujer muy en serio. Y no han tardado en imaginarse una Barbie de 50 años, abandonada y apoltronada. Encerrada en casa. Nada mas lejos de la realidad. Tenemos la edad que tenemos, y muchas ayudas para superar los cambios de nuestro cuerpo. Y como a los 20, 30 o 40 volvemos a decir con la boca bien grande: No quiero ser una Barbie.

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