Acabamos de dar la bienvenida al otoño y con él al comienzo de un nuevo curso. Los preparativos infantiles han acabado; los libros, cuadernos y uniformes ya están en uso y las actividades extraescolares apuntadas y organizadas. Ahora es el turno de preparar nuestro propio inicio de curso, tras la relajación propiciada por el verano comienzan los propósitos personales.
Al clásico regreso al gimnasio y la obligatoriedad de acudir al menos un par de veces por semana se une el llevar una alimentación sana y variada, dedicarse más tiempo a una misma teniendo semanalmente un ratito para leer o ver nuestra serie favorita, no quitarnos horas de sueño… Sabemos que todo ello es efectivo para nosotras mismas y nuestro entorno por eso mantener la actitud positiva es la clave.
Para conseguirlo es imprescindible ser constante, dedicar un tiempo a pensar que es lo que queremos de nosotras mismas y cómo vamos a lograrlo, por lo que también es importante fijarse objetivos sin olvidar que siempre somos nosotras las responsables de nuestros actos. Crear una lista con las propuestas fijadas y organizar la agenda con tiempo son aspectos clave para lograr las metas y poder sentirse realizada. Además una buena organización del tiempo siempre permite descubrir algún hueco en el que dejarnos llevar y durante el que será posible revelarnos nuevas facetas de interés que no teníamos programadas. Se trata de comenzar con optimismo el nuevo curso, un curso que también puede significar la vuelta a la universidad si ha sido una de nuestras intenciones durante el verano.
Cumplir nuestros propósitos nos genera la suficiente energía para continuar con ellos a lo largo de los próximos meses e ir mejorando la actitud con la que enfrentarnos al resto de problemas. Sin olvidar que para sentirse bien hay que lograr un equilibrio entre cuerpo y mente.
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