La Incontinencia Urinaria es una afección que podemos padecer a cualquier edad. Sin embargo, es más habitual según vamos haciéndonos mayores, lo cual produce un efecto perverso: por un lado asociamos Incontinencia con vejez, deprimiéndonos si nos acontece pues lo achacamos a un síntoma de senilidad. Por otro lado, asumimos que es algo irreversible e inevitable, con lo que nos limitamos a sufrirla en silencio sin consultar a nuestro médico. Como si fuera tan normal en la madurez como las canas o las arrugas. Y esto no es así.

Aunque las afecciones físicas que son más comunes con el paso del tiempo pueden provocar la aparición de la Incontinencia, o agravarla en su caso, no es la edad en sí la causante. Ciertas enfermedades, como las de tipo neurológico (ictus, tumores, Parkinson…), problemas funcionales (incapacidad física para llegar al baño a tiempo) y algunos tratamientos farmacológicos (antidepresivos, antipsicóticos, opiáceos…), pueden desencadenar episodios de Incontinencia Urinaria. El hecho de que ciertamente sean más comunes entre la gente mayor no ha de hacernos deducir que la Incontinencia es propia de la madurez.

Al cumplir años, somos mucho más susceptibles a sufrir aparatosas caídas que conlleven, por la fragilidad ósea, la rotura de algún hueso, a padecer de limitaciones de movilidad que nos dificulten el acceso al baño o el cambio de absorbentes, todo lo cual puede provocar severas depresiones originadas por la pérdida de independencia y por la sensación de estar sufriendo una enfermedad mal vista en sociedad.

No nos cansaremos de repetirlo: la Incontinencia Urinaria no es una enfermedad, sino el síntoma de que algo no funciona. Será tu médico el que evaluará cuán grave es la dolencia subyacente y el medio para atajarla así como para minimizar en lo posible las molestias de la Incontinencia. Quedarte en casa sumida en pensamientos destructivos como el de que esto es consecuencia de la edad o que te acercas a la senilidad sólo provocará que te hundas cada vez más en un pozo sin fondo. Cuando la salida es tan sencilla como ésta: ¡háblalo! No te lo calles, no lo asumas como irreparable, ¡lucha! Si no es posible erradicarlo, la ayuda de tu médico y tu entorno lograrán que sus efectos sean los mínimos posibles.

Que la Incontinencia Urinaria no te impida seguir siendo tú misma. Pasen los años que pasen, nada cambia en tu interior.

Fuente| Instituto INDAS