Desde hace un tiempo es raro que en cada una de mis salidas no lleve una cámara en el bolso, incluso cuando la dejo en casa, sigo tomando fotografías con el teléfono móvil. Lejos de ser una obsesión es un disfrute que me relaja mucho, y que llena, por qué no decirlo, algunos momentos muertos haciéndolos realmente entretenidos.
Sin ir más lejos, ayer tuve que ir a la estación a recoger a mi hijo, que volvía a casa tras unos días de vacaciones. Como iba a ser una salida corta no me llevé la cámara, pero mientras esperaba saqué el teléfono y me entretuve estudiando planos y composiciones. Es increíble la cantidad de tomas que se pueden hacer en un espacio así: escaleras, andenes, gente corriendo, gestos, expresiones… Al final hice un par de fotos que me gustaron mucho, y además pasé un buen rato.
Cada vez es más común ver fotógrafos aficionados por las calles, armados con todo tipo de cámaras, desde las reflex semiprofesionales, hasta las sencillas compactas, la cuestión es disfrutar con la fotografía y educar el ojo. La fotografía digital ha acercado este arte a todos, haciendo más sencillo el proceso desde el disparo hasta al visionado de la imagen. Pero no tenemos que olvidar la fotografía analógica, que sigue viva y en la calle a manos de sus incondicionales.
Saca tu cámara a la calle y ¡dispara! Hazlo sola o en grupo, planea una ruta atractiva y busca esa mirada diferente. No hagas mil fotos, haz unas pocas pensadas y estudiadas, busca la instantánea, disfruta del momento. Al volver a casa te sorprenderás seguro con los resultados, y querrás repetir, te lo aseguro.
Imagen vía | RoHerreraP en Flickr