Lo has notado, ¿verdad? Durante la menopausia cuesta más bajar de peso. De hecho, cuesta mucho mantenernos en el peso medio que nos ha acompañado durante tanto tiempo.
Notamos que nuestro cuerpo va cambiando, que adoptamos nuevas formas y con ellas, vemos que debemos redoblar nuestros esfuerzos para conservar el peso ideal. Si hasta ahora nos bastaba con una dieta ligera para perder ese par de kilitos extras… ya no es suficiente.
La madurez trae consigo una menor eficiencia para quemar las grasas corporales. Es un hecho: la grasa extra se acumula ahora en lugares «nuevos». Nuestro abdomen suele recibir esa carga extra que hasta hace poco se quedaba en nuestras caderas.
Desafortunadamente, solemos relajar nuestra rutina de ejercicios cuando los síntomas de la menopausia nos aquejan. Nos sentimos pesadas, cansadas, los sofocos pueden jugarnos una mala pasada. Y nos tentamos con hacer una vida mas sedentaria. ¡Error! Aquí tenemos una de las causas para que esos kilitos lleguen para quedarse más tiempo de lo deseado.
Otra tentación: apagar los cambios de humor, la ansiedad o las cuestiones personales… comiendo. ¡Otro error! Dándole más calorías al cuerpo, y gastando menos, estaremos abonando el terreno para que ese michelín se mude para quedarse.
Debemos saber que con la madurez, el metabolismo se hace más lento, se va reemplazando músculo por grasa y ésta se quema más lentamente. Por lo que el proceso de «bajar de peso» se hace inevitablemente más despacio.
Los desajustes hormonales dibujan el escenario de fondo, es verdad, pero seguimos siendo nosotras mismas las responsables de mantener la salud de nuestro organismo. No debemos relajar las sanas costumbres de comer equilibradamente, eliminando azúcares excesivos y calorías de más, y obligándonos (si es necesario) a mover todo nuestro cuerpo regulamente.
Con prudencia, sin caer en esas odiosas dietas milagro y cuidando con más mimo aún la calidad de nuestra comida. Con esfuerzo (nadie nos ha dicho que fuera fácil) conservar una actividad física adecuada y contínua, a pesar de la tendencia a adoptar una vida más sedentaria y relajada.
No dejemos que esos kilos extras se muden a nuestro abdomen, ya que no beneficia ni a nuestra salud ni a nuestra imagen corporal. Una vez que se instalan, es mucho más difícil mantener nuestro peso en la menopausia. Pero no imposible. Intentémoslo.
Imagen | Wakebreaker