Como ya sabemos, es muy frecuente que a causa de embarazos, partos, la cirugía ginecológica, la deficiencia estrógenica, o incluso factores como la obesidad, debiliten los músculos de nuestro suelo pélvico. Este debilitamiento del suelo pélvico genera pérdidas involuntarias de orina que se incrementan con maniobras como la tos, la risa, los esfuerzos en general o los estornudos. Para reducir estas pérdidas, es muy recomendable realizar unos ejercicios adecuados que se denominan ejercicios Kegel y que resultan esenciales para poder fortalecer nuestro suelo pélvico y paliar los efectos de la incontinencia urinaria.
Para ello, es imprescindible haber localizado bien los músculos del suelo pélvico sobre los que hay que actuar. La importancia de localizar bien estos músculos residen en que si realizamos estos ejercicios sobre otros músculos, como abdomen, nalgas, caderas… podemos obtener un efecto contrario al deseado porque estamos ejerciendo más presión sobre los músculos que controlan la vejiga.
Hay algunos métodos que nos facilitan el trabajo: uno de ellos es la interrupción de la orina. Cuando estemos orinando debemos intentar detener la salida de la orina, si somos capaces de hacerlo, es que estamos usando los músculos adecuados. La posición idónea para hacerlo es inclinar ligeramente el tronco hacia delante y separar las piernas.
Otro método es imaginar que quieres evitar la salida de aire del intestino. Contrae los músculos que usarías al hacerlo. Si sentimos contracción al hacerlo, quiere decir que vamos por el buen camino. Eso son los músculos que hay que ejercitar. Una vez detectados estos músculos del suelo pélvico (si tenemos alguna duda podemos preguntar a nuestro ginecólogo, matrona, médico de cabecera…), el siguiente paso es realizar los ejercicios Kegel como tal, de los que tanto te venimos hablando durante todo este tiempo y de los que volveremos a hablar próximamente.
Fuente|Instituto Indas
Imagen| Bigstockphoto