Siempre se ha dicho que reír alarga la vida y que las personas risueñas y contentas viven mejor y más años. Sin embargo, lejos de ser meras leyendas urbanas y además de los beneficios que a simple vista aporta la risa y el buen humor en nuestro día a día (entre ellos… la felicidad, ni más ni menos) hay una serie de beneficios científicamente probados y que no dejan de sorprendernos cuando nos adentramos en ellos.
Según estos análisis realizados en los últimos años el sentido del humor reduce la producción de las hormonas que generan el estrés, nos proporciona relajación muscular, mejora el funcionamiento del sistema inmunológico y además reduce las sensaciones de dolor. Estos datos, que ya a simple vista son más que buenos, no son los únicos beneficios, sino que se ha llegado a la conclusión de que las personas que tienen sentido del humor son personas más creativas, a las que no les cuesta relacionarse y más fuertes mental y físicamente. Esto se relaciona estrecharte con la autoestima de las personas, es decir, alguien que se relaciona bien con los demás, que le gusta estar en compañía de gente y que hace reír a los que le rodean, inevitablemente verá reforzada su autoestima y con ello su salud mental.
La explicación a todo esto es que el sentido del humor se encuentra en el hemisferio derecho del cerebro (en concreto, está muy relacionado con lo que se ha denominado central de detección de errores), al que se le atribuyen los aspectos más emocionales y creativos de una persona, por eso su desarrollo además de conllevar estas manifestaciones, también evita la agresividad y fomenta la paciencia.
El funcionamiento es asombroso. Cuando nos cuentan un chiste esa “central del error” detecta que hay algo lógico y algo ilógico en lo que nos están contando y se encarga de descodificar ese mensaje. Una vez lo descodifica y manda esa información a nuestro cerebro, éste reacciona dando una recompensa en forma de liberación de dopamina que se manifiesta en nosotros a través de una carcajada que a su vez fortalece el corazón y ayuda a todo lo que se ha explicado anteriormente.
En ese sentido, no es extraño que haya diferencias en torno a las edades. Es decir, según han explicado expertos en alguna ocasión, como la catedrática de Bioquímica y Biología Molecular Natalia López, las personas jóvenes tienen menos sentido del humor. O al menos, captan menos la ironía debido a que esa captación «requiere una parte del lóbulo frontal que justamente madura muy tarde».
Lo curioso de todo esto, además, es que la risa es universal y siempre, da igual la cultura o el tiempo del que hablemos, su significado ha sido el mismo: alegría, felicidad… Así que, ya lo sabemos ¡a sonreír!
Fuente|Lne.es
Imagen| Bigstockphoto