La conocimos gracias a su labor como activista a favor de los derechos civiles (sobre todo los de las mujeres) en el valle del río Swat (Pakistán), donde los talibanes prohíben desde 2003 cosas tan básicas como que las niñas, por ejemplo, vayan al colegio. Pero además, las entradas que realizaba en su blog para la BBC, en el que relataba con tan solo 13 años la experiencia de vivir bajo un régimen como el talibán, llegaron hasta nuestros corazoncitos. Era la historia de tan solo una niña, Malala Yousafzai, a la que conseguimos ponerle cara gracias al documental “Pérdidas de Clases. La educación de la mujer”, y de la que nos conmovió saber que había sido víctima de un brutal atentando talibán que casi acaba con su vida en 2012. Fecha desde la cual Malala está amenazada de muerte por los talibanes.

Por eso hoy Malala es la protagonista de nuestro artículo. Después del atentado  de 2012 la joven recibió el apoyo de personajes como Hillary Clinton, Barack Obama, Asif Ali Zardari (presidente pakistaní) o el presidente chino Xi Jinping, hecho que vino a reafirmar el merecimiento de los reconocimientos que han recaído en la joven todos estos años: desde el Premio Nacional por la Paz en 2011 hasta el reconocimiento de la revista Time como una de las 100 personas más influyentes de 2012 o, incluso, la propuesta para que le otorguen el Premio Nobel de la Paz.

Todos estos hechos seguramente hayan sido cruciales para que el director de cine Davis Guggenheim se haya interesado en la historia de superación y de valentía de Malala y quiera llevarla a la gran pantalla. De este modo, si todo sale bien, el director de películas como “Esperando a Superman” y ganador de un Oscar por el documental  “Una verdad incómoda” podrá presentarnos su nueva obra (aún sin nombre y que se ha empezado a grabar estos días en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York) a finales del año que viene.

Imagen| nwhm.org