A menudo hemos insistido en la necesidad de beber el suficiente líquido a lo largo del día. El agua es un elemento imprescindible para la vida y, atareadas como solemos estar, no solemos olvidar de ese gesto que tan cotidiano debería ser: llenar un vaso de agua y beberlo. Otras veces es por pereza: nos decís “es que está muy fría y en invierno…”, “es que, al no tener sed…”, “es que me sabe mal”. Bueno, hoy os proponemos unos trucos para superar todas esas barreras.
Antes de nada, quisiera convenceros de la importancia de mantener una correcta hidratación. El consumo insuficiente de líquidos produce una orina más concentrada, de olor y color más intensos, que irrita fácilmente la vejiga y puede llegar a producir Incontinencia Urinaria de Urgencia. Una orina correctamente diluida (de color clarito y casi sin olor) no irrita la vejiga, que puede así retener grandes cantidades de orina.
Hay días en que el agua nos sabe mal, bien por razones objetivas: aumento en la concentración de cloro, hierro u otras sustancias inocuas pero con sabor, o bien por razones subjetivas: cambios hormonales y de salud (mala digestión…) pueden modificar nuestra percepción del sabor. Para evitar el rechazo que el agua nos provoca en estas situaciones, nada como añadir un chorrito de zumo de limón o unas hojas de hierbabuena fresca al vaso o jarra de agua de donde vamos a beber. En ambos casos, además, aprovecharemos sus innegables beneficios.
El agua bien fría de la nevera suele tener menos sabor que la directamente del grifo o la botella, pero si esto te produce rechazo, ¿has probado a tomarla tibia o caliente? Suena extraño, pero deberías saber que para el organismo es incluso más beneficioso porque, al no tener que hacer el esfuerzo extra de calentarla, consume menos energía permitiendo su paso directo al intestino y facilitando así su motilidad.
Deberías beber entre litro y medio y dos litros de agua u otros líquidos al día. Un truco para asegurarnos la correcta ingesta es anotar en un cuaderno o pizarrita los vasos que vamos tomando: al final del día deberán ser de seis a ocho. Procura tomar el último unas dos o tres horas antes de acostarte para evitar tener que levantarte en mitad de la noche para ir al baño. Si el agua, pese a todo, sigue sin convencerte, puedes sustituirla por zumos de frutas o infusiones, aunque procura no pasarte con el azúcar. Si presentas irritación en la vejiga, te recomiendo el zumo de uva, de arándanos o de manzana: te aliviarán. Y recuerda que todo lo que comes contiene agua, y que necesitamos ingerir más en verano que en invierno. ¡Hidrátate!
Fuente|Gericare
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