Una vez mas me encuentro a mi misma repitiendo una de esas frases que escuchamos tantas veces a nuestra madre. En este caso era: “Todo vuelve” e iba precedido por esos consejos que jamás hemos escuchado: “No tires nada”. De haberla escuchado, tendría un trastero gigante como el Arca de Noé pero siempre encontraría algo a la moda que ponerme, porque efectivamente… “todo vuelve”.

Hojeando las páginas de las revistas de moda vuelvo a encontrarme con zapatos de cuña, sandalias de esparto, shorts minúsculos y otros “recientes descubrimientos” de los trend hunters actuales. Y será que tienen una memoria tan cortita como la de un pez o porque no han vivido otras épocas, pero estas piezas tan de tendencia para este verano (como dicen las revistas) ya han estado colgadas en nuestros armarios en alguna década anterior.

Recuerdo haber caminado varios kilómetros de galerías y calles comerciales para encontrar las sandalias de cuña de esparto a mi medida, ya que todas eran demasiado altas para mi (si pretendía conseguir compañero de baile ese fin de semana). O la mirada de mi padre cuando estrené esos hot pants apenas disimulados bajo una chaqueta tejida que llegaba casi hasta los tobillos.

Ayer u hoy, la moda siempre vuelve. Basta darse una vuelta por el Museo del Traje en Madrid para darnos cuenta que cíclicamente vuelven los corsés, los escotes, el animal print, los drapeados, las faldas tubo o las de campana, las flores o los colores fluorescentes. Si quieres darte un paseo por la moda de todas las épocas, puedes visitarlo de martes a sábado de 09.30 a 19.00 horas. La entrada cuesta sólo 3 euros, y si eres mayor de 65 años entras gratis.

Vamos, que al final voy a terminar nuevamente dándole la razón a mi madre. Todo vuelve.

Foto | Olga Matseyko