Este largo invierno que estamos padeciendo ha sido particularmente húmedo. Aunque hemos de felicitarnos porque gracias a tantas precipitaciones nuestras maltrechas reservas de agua se han recuperado un tanto, en el día a día puede provocarnos una serie de molestias que habremos que combatir con todo el arsenal a nuestro alcance.

Un exceso de humedad ambiental puede provocar mohos y hongos que no sólo crean un problema estético, sino que pueden acabar afectando a nuestra salud. Para evitarlo hay que seguir unas pautas mínimas que nos ayudarán a mantener a este silencioso enemigo a raya.

Ventila. Esto, que parece una perogrullada, es absolutamente imprescindible, y a menudo lo obviamos porque fuera está lloviendo, hace frío… No importa. Has de mantener las habitaciones bien ventiladas a diario. Así lograremos vencer la condensación de la humedad, que es la verdadera enemiga.

Ilumina. Los hongos detestan la luz de sol. En cuanto sea posible, permite que entre a raudales por la ventana, iluminando hasta el último rincón de tu casa. Unos espejos en localizaciones estratégicas te pueden ayudar.

Cuidado con la calefacción. No hay nada más gustoso que protegerse del desapacible tiempo exterior arrebujándonos junto a un radiador bien potente, ¿verdad? Pues bien: esto puede ser muy perjudicial a largo plazo. Es en las zonas húmedas y cálidas donde más proliferan todo tipo de mohos. Si el frío es excesivo, es preferible emplear una bomba de calor, que emita aire seco y caliente, que un radiador tradicional.

Deshumidifica. Si la humedad es excesiva y persistente, acude a los deshumidificadores. Existen de varios tipos: mecánico, consistente en una bomba de frío/calor que condensa la humedad y la recoge en un depósito, o químico, para armarios y recintos pequeños, consistente en geles o escamas de ciertas sustancias capaces de atrapar las moléculas de agua.

Cuidado con las plantas. La mayor parte de las plantas de interior que se emplean habitualmente provienen de entornos tropicales, con lo que la humedad las hará crecer de lo lindo. Eso sí, has de recordar que son seres vivos que respiran: cuantas más plantas, mayor la humedad que se generará. Si la norma de la ventilación ha de ser siempre seguida, en la zona donde concentres tus plantas ha de ser sagrada. Dado que existe un “aporte extra” de agua, ten cuidado con los riegos, o acabarás llenando las macetas de hongos.

La humedad ambiental aumenta el riesgo de contraer enfermedades respiratorias o de tipo reumático. Combatámosla y disfrutemos más de esta primavera pasada por agua.

 
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