Cuántas veces hemos pospuesto tareas incómodas que teníamos por hacer simplemente por la terrible pereza o molestia de ponernos manos a la obra. Cuando al final nos hemos decidido, hemos descubierto una de estas dos cosas: o que no era tan terrible como imaginábamos, o que nuestra desidia no había hecho sino empeorar una situación que, de haberla afrontado en su momento, habría sido mucho más sencilla de solucionar.

Con la Incontinencia Urinaria ocurre prácticamente lo mismo. Cuando comenzamos a percibir los síntomas, primero tendimos a quitarle importancia, ¿no es cierto? Escudándonos en el estrés, una enfermedad pasajera, algo puntual, decidimos no acudir al médico, porque ¿para qué? Si es una tontería, en poco tiempo pasará

El tiempo pasó y los síntomas devinieron crónicos. Bueno, esto es porque me estoy haciendo vieja, pensamos. Así que, como es tan inevitable como el paso del tiempo, ¿para qué voy a molestarme en ir al médico? No tengo ninguna gana de que me echen en cara la edad, que aludan a los achaques o, peor aún, a la senilidad. Y continuamos sin contárselo a nadie, ocultándolo como pudimos, escondiéndonos de todos, alejándonos de los que nos querían que observaban sin comprender el por qué cómo nos transformábamos en otra mujer, más triste y solitaria.

Cuando al final la situación se hizo insostenible es cuando decidimos acudir al médico, ¿verdad? Y descubrimos lo que podríamos haber averiguado antes: que el médico no está para juzgarnos sino para ayudarnos, que podíamos haber terminado con todo ello mucho antes y que nuestra propia desidia no hizo sino agravar unos síntomas que podían haber tenido una solución temprana y rápida.

Recuerda siempre esto último, y al menor síntoma de Incontinencia Urinaria, acude a tu médico. Ten en cuenta que, según el ginecólogo Javier del Pozo en entrevista para el diario La Vanguardia, la incontinencia urinaria en las mujeres se puede solucionar casi definitivamente en el 80% de los casos. Y que siempre es más fácil prevenir o corregir en los primeros estadios de una enfermedad que cuando ésta se encuentra enquistada y ya es crónica.

¿Para qué sufrir en silencio una situación que tiene fácil remedio? Y, aunque tu caso se encontrase entre los de más difícil cura, recuerda que tu médico o especialista está ahí para ayudarte: él te recomendará mejor que nadie las pautas a seguir para que tu calidad de vida no sólo no se vea afectada, sino incluso que mejore. No dejes que la pereza o la vergüenza te amarguen la vida: acude a tu médico.

Fuente| Instituto Indas
Imagen| Bigstockphoto