Las canas sustentan toda una industria cosmética, sin la cual, muchas mujeres se sentirían diferentes. La decisión de dejar crecer las canas y lucirlas con naturalidad a veces no es tarea fácil, ya que nuestro entorno se empeña en hacer valer prejuicios estéticos claramente sexistas. No os voy a descubrir nada, seguro que lo habéis escuchado en más de una ocasión, se supone que un hombre con canas resulta irresistiblemente atractivo y una mujer en la misma situación, descuidada.

Nada más lejos de la realidad, una afirmación fruto de la inseguridad, heredera de un sexismo que hace tiempo viene sobrando. Dejar las canas a la vista libera y mucho, amigas; es una decisión a la que en algún momento todas nos enfrentamos, y que una vez tomada con determinación, nos hace sentir muy bien.

Hace un año decidí dejar de teñirme el pelo, después de más de veinticinco años de incómodos tintes . No consulté, solo informé, y pude observar muecas de desaprobación a mis palabras. Pero seguí adelante, y un tiempo después, tras un oportuno corte de pelo, recuperé las propiedades naturales de mi cabello, dejé de necesitar suavizantes y mascarillas, y mi pelo volvió a brillar.

Mis canas no son abundantes, pero sí evidentes, son la expresión de mi mi edad y son bonitas. Brillan y prometen una melena resplandeciente y diferente según pasen los años. Y sobre todo, me hacen sentir a gusto conmigo misma y con mis años.

Imagen vía | Foxtongue en Flickr