Somos animales de costumbres, y estas pueden beneficiarnos en la misma medida que nos perjudican. Para quienes padecen algún tipo de incontinencia urinaria las rutinas son muy importantes, ya que si creamos una serie de hábitos o protocolos, podemos contribuir a evitar micciones inoportunas y una mejora de los síntomas. La terapia conductual aplicada a la incontinencia urinaria femenina se utiliza desde los años cuarenta, y su objetivo es mejorar el control vesical a través de un cambio de conducta del paciente.

De la misma manera que cuando eramos pequeños nuestros padres nos recordaban que debíamos visitar el inodoro cada cierto tiempo, en la edad adulta es conveniente incorporar una rutina de micción aún cuando no se tenga una necesidad perentoria. Este extremo es fundamental cuando se padecen pérdidas de orina, tanto en la incontinencia de esfuerzo como en la de urgencia, ya que una vejiga aliviada responde mejor ante estímulos poco favorables. Dejarlo para más tarde solo nos puede dar problemas, busquemos el momento y marquémoslo como una obligación.

Es fundamental crear un calendario miccional o vesical para poder evaluar la espera habitual entre micciones, e ir modificando la frecuencia hasta establecer un patrón correcto. La terapia conductual también incide en el fortalecimiento de los músculos del suelo pélvico realizando ejercicios de Kegel o utilizando bolas y conos vaginales, y la realización de ejercicios de control de la micción, o el control de la dieta y la ingestión de líquidos.

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