La incontinencia, o micción incontrolada puede presentarse en diversas etapas de la vida.

Desde los 4 o 5 años de edad, se supone que podemos controlar voluntariamente los músculos para evitar las molestas pérdidas de orina. Cuando en los niños más pequeños ocurren estos «accidentes» se habla de una «enuresis primaria» y es cuestión de esperar a la maduración natural del pequeño. Para ello existen compresas especialmente pensadas para niños decoradas con sus personajes favoritos y con forma de braguitas. Siempre teniendo en cuenta que es un proceso natural y evitando que el niño sienta vergüenza.

Superada esa edad, digamos una vez que comienzan las clases, en caso de pérdidas nocturnas o diurnas, se habla de «incontinencia secundaria«. Hay que tratarlo con el pediatra, pero suele solucionarse con un poco de paciencia y apoyo sicológico.

Ya mencionamos que la incontinencia puede volver a aparecer durante el embarazo. En este caso, las causas son físicas ya que el bebé suele comprimir al vejiga de la mamá y la musculatura pélvica puede relajarse también. En estos casos, las molestas pérdidas se solucionan con compresas especiales y con paciencia… ya que suelen desaparecer pocas semanas después del parto.

Con el transcurso del tiempo, volvemos a reencontrarnos con la incontinencia en la madurez. Si bien no en todos los casos, la mayoría de las mujeres sufre algún episodio de pérdida involuntaria de orina con un esfuerzo físico o con unas buenas risas, sin embargo nada nos detiene y con una completa protección podemos hacer una vida plena y activa.

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