Las motivaciones para realizar ejercicio de un modo constante son múltiples; estar en forma, cuidar nuestros músculos, perder esos kilitos de más o simplemente disfrutar de la naturaleza. Y aún siendo diferentes las motivaciones los resultados son los mismos; nos sentimos mejor con nosotras mismas, descansamos más plácidamente, vemos como la ropa nos sienta perfectamente y, ante todo, mejoramos nuestra salud. El problema radica cuando existen impedimentos físicos para realizar todo el deporte que querríamos.

Probablemente ese deporte será el running ya que en los últimos meses se está extendiendo su práctica motivada en parte por la organización de carreras femeninas y en parte porque es un deporte barato en el que podemos organizar nuestro tiempo sin tener que regirnos por un calendario de clases. Muchas mujeres lo rechazan por determinados problemas físicos pero, por ejemplo, aunque podamos ver la incontinencia urinaria como un hándicap para su realización no lo es.

La incontinencia urinaria suele verse más afectada cuando hacemos pequeños esfuerzos, desde toser a correr, pero podemos poner diferentes medidas para paliarlo. A la hora de practicar running si se tiene incontinencia urinaria es imprescindible controlar el consumo de líquidos y no olvidarse del uso de las compresas como protección. Por lo demás el ejercicio deberá realizarse con toda la normalidad del mundo. No debemos dejar de correr al aire libre, cambiándolo por las máquinas de gimnasio, sólo por un problema de incontinencia urinaria. Además podemos adaptar a nuestra rutina de carrera los ejercicios recomendados para fortalecer el suelo pélvico (método Kegel, abdominales hipopresivas…) realizándolos al final del entrenamiento para una completa puesta a punto.

En ocasiones la incontinencia urinaria puede hacernos sentir limitadas a la hora de realizar ciertas actividades, pero el primer paso es tener confianza en una misma y, atendiendo a ciertos consejos, no dejar nunca de hacer cosas con las que disfrutamos.

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