El cuerpo humano funciona como una exacta maquinaria. Hablaremos hoy del processo de micción, una de las acciones más normales del funcionamiento de nuestro cuerpo que, ante alguna alteración puede llevarnos a la incontinencia urinaria.
Cuando vamos al servicio no nos detenemos a pensar cómo se produce el hecho que podamos orinar. Sin embargo, con algunas alteraciones de la salud como las cistitits o las infecciones urinarias tomamos conciencia de que el simple hecho de acumular orina para luego expulsarla, involucra un proceso a conocer más en detalle.
La capacidad de acumular orina, retenerla y evacuarla a voluntad requiere que en el proceso intervengan las vías urinarias inferiores, los riñones y el sistema nervioso. Hay acciones involuntarias como la acumulación de orina, y otras que son voluntarias, como la micción.
El proceso de micción
Durante todo este proceso podríamos identificar dos etapas : el llenado de la vejiga y la expulsión o vaciado de la misma.
Como decíamos, algunas funciones se realizan de forma involuntaria o «automática». Nuestro organismo realiza estas funciones sin que intervenga nuestra voluntad. Este es el caso de la primer etapa: el llenado de la vejiga.
Una persona adulta normal puede acumular aproximadamente hasta 200/250 ml de orina en la vejiga hasta sentir la necesidad de orinar. En ocasiones, como en las mencionadas cistitis, esa necesidad de orinar se percibe con muy pocas cantidades de orina acumulada y nos provoca visitar el servicio a cada rato. Es una alteración de la salud, del funcionamiento normal, por lo que debemos seguir las prescripciones médicas para solucionarla.
Por otro lado, también existe al situación contraria con un almacenamiento excesivo de orina que puede superar con creces los 600 ml. Otra manifestación anormal que debe ser tratada por especialistas.
Cuando la vejiga está completa de orina, el sistema nervioso envía señales que percibimos como la necesidad de orinar, a pesar de seguir permitiendo la acumulación. Y aquí debemos tomar conciencia que no es bueno aguantar las ganas de orinar. Debemos atender las señales que nos envía nuestro cuerpo y vaciar nuestra vejiga cuando sentimos esa necesidad.
La segunda etapa del proceso de micción es justamente el vaciado de la vejiga. Es ahora cuando, en una situación de salud, ponemos nuestro cuerpo a trabajar voluntariamente. En este caso es el músculo detrusor el encargado de parte de este trabajo. Cuando este músculo se contrae, se fuerza la salida de orina de la vejiga mientras el músculo del esfínter, por su lado, debe relajarse para dar paso libre a que la orina salga al exterior.
En este proceso se encuentran muchas de las causas de la incontinencia urinaria, cuando alguna de estas funciones no se realizan con normalidad. Alteraciones en el trabajo del músculo detrusor o del músculo del esfínter pueden ser las causantes de pérdidas de orina.
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