Nos aferramos a las cosas del pasado como si, al hacerlo, pudiéramos retenerlo, recuperarlo en cierta medida al poseerlas. Y, sin embargo, estas rémoras lo único que hacen es almacenarse e impedirnos avanzar. Es el momento: toca hacer limpieza.
Todas sabemos lo difícil que es. Cajones y estanterías que acumulan recuerdos, papeles, souvenirs y pequeños objetos cuyo origen ya hemos olvidado pero que con el tiempo se han hecho tan imprescindibles como el cotidiano paisaje que contemplamos por la ventana. Forman ya parte de nuestra vida.
Sin embargo, todas estas cositas, estos pedazos del pasado que tratan de fingir que el tiempo no pasa, no hacen sino atarnos a algo que ya fue, que no volverá, vendiéndonos con su familiaridad la ilusión de un retorno imposible, idealizando un ayer que se marchó para siempre.
Es el momento de retomar nuestra vida. El comienzo de un nuevo curso es el instante idóneo para deshacernos de todo lo que nos lastra, a nivel tanto físico como espiritual. Así que toma aire y busca unas enormes bolsas de basura, porque te van a hacer falta.
Comienza eliminando papeles. Todo lo imprescindible archívalo cuidadosamente; lo demás, a la bolsa. No necesitas para nada esa factura de un restaurante al que fuiste hace cinco años cuando hiciste aquel viaje tan maravilloso. ¿Cartas de gente en la que ya ni piensas? ¿Recuerdos dolorosos? ¡Todo fuera!
Cositas que vas almacenando “por si algún día me hace falta” han de seguir en su camino hacia la bolsa. Anotaciones que no han llegado a nada, viejas citas… incluso apuntes de tu época de estudiante que guardaste con cariño. En serio, ¿para qué las quieres? ¡A la bolsa! Ropa que jamás te pondrás o que guardas para cuando “recupere la línea”… ¿necesitas que te diga qué hacer con ella? (puedes, si quieres, donarla a algún centro social).
Una vez limpio el espacio físico, entra en el virtual. ¿Cuántas carpetas tienes en el ordenador de chistes, juegos, fotos desenfocadas, documentación obsoleta demás? ¡A limpiar! Aprovecha que estás sentada en la mesa de trabajo para revisar concienzudamente los cajones y eliminar la enorme pila de papeles que se ha amontonado. ¡Que no quede nada!
Una vez cumplido con la parte más difícil, limpia y ventila bien todo el espacio. Realiza algún tipo de ritual de limpieza mental; existen muchos y cada una tendrá su favorito dependiendo de sus creencias y enseñanzas: a mí me gusta tomar un baño con aceites frescos como el de lavanda o hierbabuena, que despejan la mente y liberan el espíritu. Disfrútalo centrándote en todo lo que viene ahora, en todo lo maravilloso que está por llegar y que tu apego al pasado impedía.
El nuevo curso será ahora como un cuaderno en blanco donde podrás comenzar la apasionante novela del resto de tu vida.
Imagen| Bigstockphoto