El regreso de las agujas

La imagen prototípica de la tejedora (aparte de las tricoteuses francesas asociadas a la Revolución), es indudablemente la de una mujer de avanzada edad, sentada sola junto a una ventana mientras los rayos de sol calientan su débil cuerpo. Pues bien, ya puedes ir borrando de tu mente toda esta colección de tópicos, porque el punto ha regresado con fuerza.

Muchas mujeres, no necesariamente ancianas, e incluso muchos varones, están sucumbiendo al embrujo del rítmico movimiento de las agujas de tejer. No sólo porque se ha demostrado que ayuda a eliminar el estrés y a relajar cuerpo y mente, sino porque, por esos caprichosos vaivenes de la moda, las denostadas actividades tradicionales del hogar, durante mucho tiempo arrinconadas por suponer el reflejo de la antigua mujer sin vida fuera de éste, han vuelto como sofisticada manera de entretenimiento. Si no me crees, pregúntale a alguna de tus amigas cuántas magdalenas han hecho últimamente (aunque ahora se llamen cupcakes).

En el proceso de hacer punto, la necesidad de concentración en una labor que, paradójicamente, permite a la mente volar libre otorgando a la tejedora unos valiosísimos minutos para sí misma que la ajetreada vida actual le impediría disfrutar, así como el mero movimiento inherente a toda actividad manual, proporcionan unas pautas de orden y estabilidad muy beneficiosas para liberarnos del nerviosismo y el estrés. Con el correr de las líneas, la respiración se hace más profunda y regular, el pulso se calma y la mente se libera. Con razón se le ha llamado “el yoga occidental”.

Eso sí, antes de lanzarte a comprar materiales y a prometer jerséis y bufandas a todos tus conocidos, deberías tener en cuenta algunas cosas. De entrada, empieza con calma: nadie nace sabiendo y si tus expectativas son muy altas puedes acabar frustrándote. Después, asegúrate de que dispones de un lugar adecuado para dedicarte a esta labor, con buena luz y la tranquilidad necesaria. De nada te servirá si cada dos puntos has de dejarlo para atender a las necesidades de los tuyos.

Por otro lado, recuerda que puede ser una actividad de lo más absorbente, por lo que deberás parar unos minutos cada cierto tiempo, aunque sólo sea para descansar la vista y estirar los miembros. Procura, también, evitar las posturas de tensión y dejarlo en cuanto notes pinchazos o dolor: recuerda que la tendinitis acecha.

Ahora sí, ya puedes lanzarte sin miedo. ¡Todos a tricotar!

Imagen| Bigstockphoto

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