Su actual época de esplendor podría definirse como el reflejo de un tiempo pasado que, visto desde la distancia y la nostalgia que proporciona el distorsionado reflejo que literatura y (sobre todo) cine proporcionan, hemos idealizado al menos en cuanto a patrones estéticos se refiere. Tras décadas de androginia, de delgadez enfermiza y desatención por las curvas, los bandazos de la moda encuentran en esta prenda de coquetería extrema, asociada al fetichismo y la voluptuosidad cortesana, su nuevo icono. El corsé (del francés corset) ha regresado con fuerza entre nosotras.

Se conocen ejemplos de corsé con ánimo estético (no hablamos, desde luego, de los creados con finalidad médica) desde hace más de tres mil años. Objeto de controversia estética, médica e incluso política (ha llegado tanto a ser obligatorio como a estar prohibido por ser contemplado como propio de determinada clase social), el hecho es que ha logrado perdurar hasta nuestros días. Ha experimentado épocas de gran esplendor y franca decadencia y sufrido numerosos cambios, desde los rígidos corsés de hierro del final de la Edad Media hasta las sofisticadas ballenas forradas en ricos tejidos de la era victoriana, llegando a la desbordante fantasía de diseños y materiales de la actualidad.

Si siempre has deseado en secreto vestir una de esas prendas tan femeninas y sofisticadas de las películas, estás de suerte: ahora puedes. Está de moda, y es relativamente sencillo encontrar corsés de suficiente calidad a buen precio. Obviamente, si buscas algo más elaborado, con telas de brocado y seda o a medida deberás ahondar más e investigar entre los artesanos del ramo, capaces de crear auténticas filigranas vintage. Eso sí, si te guías por el mandato de los gurús de lo moderno, date prisa: ya sabes que este tipo de tendencias tardan en desaparecer lo que cuesta que se mueva la veleta en el tejado.

Cuando eso ocurra, el corsé regresará al underground donde ha encontrado refugio cada vez que ha entrado en decadencia, regresando a su nada desdeñable papel de elemento de las fantasías de un cierto tipo de erotismo. Claro que, para que no lo olvidemos, hace años encontró la manera de permanecer oculto entre nosotras a la espera de mejores tiempos. ¿No os lo creéis? Pensad un poco: ¿qué otra cosa sino un corsé son las fajas que todas hemos vestido alguna vez?

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