En un entorno natural inmejorable, rodeado de viñedos milenarios se encuentran las Bodegas de Otazu, en Navarra. El vino se elabora en estas tierras desde tiempos inmemoriales y de ello son testigos los antiguos edificios que configuran las bodegas, con su palacio renacentista, su torre de defensa del siglo XIV y por supuesto las bodegas, que se han mantenido desde el siglo XIX. Las uvas maduran lentamente en este entorno privilegiado, hasta llegar a producir los caldos que han hecho tan famosa a la bodega.

¿Os acordáis de cuando jugábamos a la comba? Así son los vinos jóvenes, chispeantes, frescos y afrutados, que nos recuerdan al mosto del que proviene. Conforme pasan los años, el vino va madurando, va ganando en cuerpo. Tal vez ya no sea tan afrutado y su sabor nos habla más del recipiente donde ha pasado el proceso de fermentación consiguiendo una personalidad única. Así nos pasa a las mujeres que, con el pasar del tiempo, ganamos en experiencias que nos hacen únicas e irrepetibles. Es en la madurez cuando los vinos se disfrutan a fondo, con esa personalidad evocadora que es imprescindible en las ocasiones especiales. De la misma manera, ¿no habéis notado que cuanto más mayores somos las mujeres más nos buscan en todas las ocasiones? La verdad es que ya me estoy sintiendo un poco como el buen vino…

Si tenemos que hablar de los caldos producidos en los viñedos de Otazu no podemos dejar de mencionar sus chardonnay, su rosados y por supuesto su vino crianza. Este último es vendimiado con mimo y mantenido más de un año en barrica de roble hasta convertirse en uno de los más deseados. Estas bodegas también cuentan en su catálogo con la gama Señorío de Otazu, que incluye las vinos Chardonnay fermentado en barrica, Señorío de Otazu, Altar y Vitral con los que acompañar los momentos más especiales.

La verdad es que una visita a estas bodegas es una experiencia única, por el enclave en el que se encuentran y por la historia que se halla entre sus muros. Un paseo por esta “Catedral del Vino” permite conocer más de cerca los secretos que hacen que las uvas que esperan a ser vendimiadas lleguen a convertirse en los caldos más codiciados.

¿Vosotras tenéis algún vino favorito? ¿Os mantenéis en la tradición de tomar vino tinto con la carne y blanco con el pescado o innováis para sacarle un sabor diferente a vuestras comidas? ¿Disfrutáis con el reserva o preferís un vino joven?

Compartimos con vosotras una entrevista a Javier Bañales, miembro de Dirección en Bodegas Señorío de Otazu

Detrás de un vino, de su bodega, siempre hay una historia especial ¿Cuál es la historia de Señorío de Otazu?

El proyecto de Señorío de Otazu está basado en dos pilares como son la pasión y el amor. Pasión por el vino, por la personalidad de una tierra que se ha recuperado para la viticultura, que se perdió en el Siglo XIX y que existió durante 4 siglos.

Y amor por mantener toda la herencia del Señorío, con sus edificios, gentes y bodega, para poder ofrecerlo a quien quiera disfrutar de una copa de vino, en definitiva, de una copa de vida.

Vuestra bodega se asienta en un terreno en el que se levantan edificios de gran valor histórico y arquitectónico ¿qué importancia tiene la arquitectura en una bodega?

La  arquitectura asociada a las bodegas está ahora de moda, con edificios contemporáneos muy importantes y llamativos.

En Otazu, con el patrimonio de edificios existentes desde el Siglo XII hasta el XIX, no podíamos dejar de respetarlos y mantenerlos para su disfrute.

En la construcción de la bodega nueva, lo que se pretendió fue hacerle un Santuario o Templo al vino, principal protagonista de nuestro proyecto, de ahí la nueva nave con las bóvedas tan reconocidas.

Señorío de Otazu va más allá y demuestra una gran sensibilidad artística manteniendo una colección privada de arte contemporáneo ¿qué significado tiene esta colección para vosotros?

Una botella de vino contiene historia, arte, viñedos, paisajes, experiencias y buenos momentos con quienes la compartimos… y esto es precisamente lo que intentamos transmitir a través de nuestros vinos y a quienes nos visitan.

El arte, a través de la colección de la bodega, no podía faltar en este caso. De hecho, una de las esculturas, Ariadna, de Manolo Valdés, es el icono de nuestra etiqueta actual, como homenaje al arte, pero sobre todo en un homenaje a la mujer y madre del vino que fue. Ariadna fue esposa de Dionisos, el Dios griego del vino (Baco para los romanos) y fruto de ese matrimonio nació Enopión, primer elaborador de vino en la isla de Quios, y quien “aporta” el artículo Eno- para enología, enólogo, etc. De ahí el homenaje a Ariadna en cada una de nuestras botellas.

¿Cuáles son los factores que hacen singulares vuestros vinos?

El éxito y la singularidad de un vino lo hacen las uvas, pero ya no tanto la variedad, sino el lugar donde éstas se cultivan, que realmente es lo que le da la personalidad. Ciertamente, ésa es la principal singularidad de Otazu, la finca y el terruño donde están nuestros viñedos del Pago de Otazu, el Valle de Etxauri. Ésta es la zona más septentrional de España para la variedad Chardonnay y para los tintos. Un microclima netamente atlántico, de tierras más frescas, lo que garantiza mayor complejidad aromática, equilibrio y elegancia en los vinos.

Las mujeres estamos cada vez más interesadas en el mundo del vino ¿habéis notado una sensibilidad especial respecto al vino por parte del público femenino?

Totalmente. La verdad es que en los años que llevo relacionado con el sector éste es el momento en que más se nota. Antes, hombres y  mujeres, parejas, amigos se acercaban al vino, pero a la hora de comprar o decidirlo, siempre ellas cedían el testigo a él para elegirlo. Hoy en día ya no es así, sino que ya la mujer toma más protagonismo. Y no ha venido nada mal al sector dado que, aunque no hay vinos específicos para mujeres y hombres, si que en el estilo tienen su influencia. Vinos con personalidad, elegantes y equilibrados es lo que generalmente gusta más en el público femenino, y son las líneas que hoy en día más se llevan en los vinos, los que más éxito tienen para todo el público, independientemente del sexo.

Otro de los puntos importantes que acercan al consumidor, y en este caso también la mujer, es el aspecto que relaciona vino y salud si se consume de manera moderada, claro.

¿Puedes darnos algún consejo para nuestras lectoras a la hora de escoger un vino?

Recuerdo una frase que me enseñaron de muy joven sobre el vino y la vida, y precisamente fue una mujer… En el vino, como en la vida, debemos ser maduros pero inocentes. Maduros para saber lo que no nos gusta y argumentar por qué, y la única forma de hacerlo es probando y viendo varios vinos, lugares, personas… E inocente para descubrir lo que uno tiene por delante para disfrutar, en vinos y en la vida.

Lo que os recomiendo es que os dejéis asesorar, y de no poder ser así, que vayan probando vinos diferentes, de diferentes zonas, países, estilos, que siempre darán con uno que les satisfaga. No hay una regla exacta para acertar siempre, pero no podemos quedarnos, por miedo a equivocarnos, tomando siempre lo mismo. Hay un universo de buenos vinos por descubrir así que hagámoslo. Eso si, de vez en cuando uno de Otazu es un acierto seguro…

Y recordar que el éxito de un vino es debido, en una parte importante, al estado de ánimo con que te lo tomes y la compañía, así que “acompañémonos” bien. Salud!!!