Todas queremos estar mejor: más sanas (lo primero de todo), pero también más guapas, esbeltas y ágiles. Para ello a menudo recurrimos a las temidas dietas. Si bien a veces una comida equilibrada no es suficiente para perder esos kilos de más, sobre todo si están muy asentados y tenemos una cierta “prisa”, lo cierto es que no hay nada mejor que un cambio de hábitos para sentirnos bien con nosotras mismas. Si, pese a todo, quieres optar por la dieta, hay ciertas cosas que debes recordar.

Los diuréticos y laxantes nos harán perder volumen y peso, pero el de los líquidos retenidos, que se recuperan con gran facilidad simplemente bebiendo agua. No influyen en la pérdida de grasa, que es la que debería interesarnos, pudiendo además crear problemas de trastorno hidroelectrolítico y pérdida de masa muscular, deshidratación, fatiga y vértigo, entre otros problemas a más largo plazo. Mucho cuidado con ellos.

Los suplementos vitamínicos pueden servir como complemento a una dieta pobre en estas vitales sustancias, o en caso de problemas de asimilación, pero nunca sustituirán al aporte directo: siempre será mejor comerte una naranja, que además aportará minerales y fibra, que un comprimido de vitamina C. Recuerda que las vitaminas, además de ser esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo, no aportan calorías.

La fibra no adelgaza. Cada vez que se publicita un alimento como “rico en fibra” se hace de manera que automáticamente lo asociemos con adelgazantes. Esto simplemente no es así. La fibra se evacúa más lentamente del estómago, ejerciendo una leve sensación saciante. Al mismo tiempo, ayuda a combatir el estreñimiento, favoreciendo la evacuación. Cierto tipo de fibra soluble, presente sobre todo en verduras y legumbres, ayuda a disminuir los niveles de colesterol en la sangre. Pero la ingesta excesiva de fibra, sobre todo de la no soluble (salvado) puede desembocar en problemas intestinales y de mala absorción de minerales.

Cuidado con las pastillas que dicen reducir la absorción de grasas por parte del organismo. Si son eficaces, sólo deberían ser recetadas a personas con gran sobrepeso y siempre bajo supervisión médica. Y hay muchas, que se venden alegremente en herbolarios y parafarmacias, que sencillamente no cumplen lo que prometen: no son sino laxantes de origen vegetal, con lo que a la estafa se puede sumar los problemas que antes hemos comentado.

Si realmente quieres verte y sentirte mejor, no quieras seguir una dieta que lo consiga en corto plazo y que luego puedas abandonar. Plantéate un cambio de hábitos. Una vez que empieces a comer equilibradamente y vivir más activa notarás cómo todo tu cuerpo responde con una mayor vitalidad, mejor humor y buen aspecto. Y eso es algo que queremos que nos acompañe para siempre, ¿verdad?

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