El día a día nos obliga a adoptar diversas posturas para las que nuestro organismo no está diseñado, forzándonos y provocándonos dolor y malestar. La espalda es una de las partes de nuestro cuerpo que más sufre de este estrés. Cuidarla no es más que cuestión de detalles: un poquito de atención diaria puede ahorrarnos mucho sufrimiento.
No emplees asientos muy blandos, sin respaldo o demasiado grandes. Procura que sean adecuados y firmes, y con un buen respaldo que te permita encajar bien los riñones. Tampoco te sientes al borde ni adoptes posturas extrañas (de lado, sobre un hombro, escurrida…).
En el coche adelanta o haz retroceder el asiento para que alcances bien los pedales manteniendo la espalda completamente apoyada y las rodillas en línea con las caderas y dobladas en ángulo recto. Al coger el volante los brazos han de quedar semiflexionados.
Al dormir, sería bueno que adoptaras posturas como la fetal o boca arriba con una almohada bajo las rodillas. Boca abajo no, ya que has de mantener la cabeza torcida. El colchón ya sabes que ha de ser firme, aunque no duro. Procura que la almohada sea bajita y que el edredón no pese demasiado, ya que de otro modo esa presión que experimentamos puede hacernos adoptar posturas inadecuadas o tensas.
En tu día a día, el ejercicio suave será tu gran aliado. Cuanto más tonificada esté la musculatura de la espalda, mejor preparada estará para soportar las cargas y tensiones del día a día. La natación y una marcha suave pero enérgica son ejercicios muy adecuados para casi cualquier estado físico, pero, por supuesto, antes de variar tus costumbres es mejor que consultes con tu médico de cabecera, que valorará la adecuación a tu estado físico. Ante cualquier dolor, siempre acude a tu especialista.
La lucha cotidiana ya nos trae bastantes preocupaciones como para complicarla con dolores que, además de molestos e incapacitadores en muchos casos (quién no ha pasado una tarde tumbada por un doloroso tirón de espalda), son perfectamente evitables manteniendo unas mínimas condiciones de higiene postural. Recuerda, además, que una espalda fuerte favorece la tonicidad del Suelo Pélvico, ayudándonos en nuestra cruzada contra las incomodidades de la Incontinencia Urinaria.
Fuente| Sara Fiochi
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