Hace no tantos años, había productos y platos típicos de cada temporada. Hoy, en un mundo cada vez más globalizado y que da la espalda a la tradición, ese concepto está en desuso. La cocina de temporada, sin embargo, aporta numerosos beneficios.

Es evidente que la modernidad ha traído consigo innumerables ventajas. La posibilidad, gracias a los medios de conservación, de disponer a lo largo de todo el año de cualquier alimento es una bendición, pero a nadie se escapa que tomar el producto fresco, natural y en su punto exacto de maduración es siempre la mejor opción. Además, consumido en su momento, es siempre más económico, y sus propiedades se aprovechan de una manera óptima.

Esto permite una dieta más completa y variada a lo largo de todo el año, con sabores únicos que las conservas y químicos jamás podrán igualar. Además de por su disponibilidad temporal, los alimentos tradicionalmente unidos a las estaciones tienen su razón de ser en función de su utilidad: las frutas de primavera, por ejemplo, reponen con su exuberancia la falta de vitaminas que el invierno nos ha producido, las de verano aportan toda la hidratación necesaria para arrostrar el más duro agosto y cuando llegan los fríos, los cítricos que entonces maduran nos ofrecen la impagable protección de su vitamina C. De la misma manera, verduras frescas que llegan a su madurez en épocas de calor nos proporcionan ensaladas ligeras para combatir las largas y soleadas jornadas, mientras que las legumbres y tubérculos son el complemento energético ideal para resistir al más helado invierno.

Seguro que alguna está pensando que hoy en día casi todo lo que hemos mencionado se encuentra fácilmente a lo largo de todo el año. Cierto es, pero ¿a qué precio? ¿Hace cuánto que no sabemos lo que es un tomate realmente sabroso, o una manzana de verdad fragante? Las frutas y hortalizas son recogidas antes de tiempo en campos de cultivo intensivo, donde lo importante es la cantidad y no la calidad de la producción. Esto impide su correcta maduración, en la planta y al sol, así como que, al llegar a la mesa, pueda otorgarnos todas sus características, tanto organolépticas (su deliciosos sabor real) como de composición (todas las vitaminas que debería haber sintetizado en el proceso de maduración).

La cocina tradicional, de temporada, es una fuente comprobada de equilibrio y salud. Además de económica y muy sabrosa. Recupera los viejos libros de recetas y descubre una nueva cada día: seguro que no te arrepentirás.

¿Y tú? ¿Sigues el calendario para confeccionar tus menús? ¿Cuál es tu especialidad para estas fechas? ¡Cuéntanos!

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