Artemisa

Está claro que hay muchos tipos de mujeres y que cada una busca, según sus experiencias y personalidad, su propio potencial. Pero también es cierto que a veces nos encasillamos en roles que no nos permiten sentirnos plenas. No es cuestión de asumir una única manera de vivir sino adaptarnos a nuestras necesidades como mujeres.

Por ello, es interesante reflexionar sobre todas nuestras posibles facetas, todas esas pequeñas heroínas que llevamos dentro y que consiguen convertirnos en lo que queramos convertirnos. Hoy me quiero centrar en la diosa Artemisa. Es la diosa de la caza y de la luna, una personificación del espíritu femenino independiente. Esa cualidad universal que hace posible que una mujer busque sus propias metas en el ámbito que ella misma elija.

En este mundo de la imagen y del consumo, en ocasiones, nos vemos atrapadas por una necesidad de gustar al mundo según lo que el mundo espera de nosotras. Para salir de este camino predeterminado por otros, la figura de Artemisa nos da claves que pueden ayudar. Es un símbolo de integridad, una unidad en sí misma, que permite a una mujer cuidarse por sus propios medios con autoconfianza.

Para llegar a este nivel de encuentro con nosotras mismas, es importante darnos el espacio personal en el que nosotras seamos las protagonistas. Reflexionar sobre lo que nos influye y en qué medida elegimos libremente o vivimos en “base a”. Eso no significa que tengamos que olvidarnos de las personas importantes, al revés, también saber con qué personas compartimos nuestro tiempo.

Conectar con esta faceta supone tener claro ciertos intereses o principios y luchar por ellos. Esta diosa incansable en sus propósitos nos ayuda a ver y ser conscientes de las injusticias que no nos permiten crecer, pero también nos invita a la introspección y a la evaluación de los que hemos conseguido para ver el camino de lo que queremos conseguir.

Ahora bien, no podemos estar continuamente en pie de guerra. Esta sólo sería una de las innumerables facetas que podemos potenciar como mujeres. También nos debemos permitir cierta vulnerabilidad, dejarnos cuidar en ocasiones y estar receptivas a lo que nos puedan aportar desde el exterior. La autonomía e integridad no es sinónimo de aislamiento.

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