Varios estudios demuestran que las mujeres con incontinencia pueden ver afectada su salud mental debido al impacto que tiene en sus vidas esta afección. La relación incontinencia y salud mental es más común de lo que parece, pero por ser un tema delicado no se trata lo suficiente o se piensa que son independientes. Si nos fijamos en ciertas señales podríamos darnos cuenta de que muchas veces ambas están interconectadas.

Desde el momento en que la persona se ve afectada o se le diagnostica incontinencia se pueden desencadenar una serie de emociones o sentimientos que si no sabemos gestionar pueden repercutir en la salud mental y/o en la calidad de vida.

Según estos estudios el 30% de las mujeres con incontinencia podrían sufrir algún tipo de depresión. Por lo que, sí hay una relación, ya que las mujeres con pérdidas tienen 3 veces más de probabilidad que la población en general. También se reflejó en los estudios que estas mujeres tienen una concepción negativa sobre su incontinencia, se les hace más difícil concentrarse, sienten más culpa y tienen un menor nivel de autoestima que las mujeres que no tienen incontinencia.

Puede impactar a muchos diferentes niveles y no en todos los casos tiene que presentarse de la misma manera, ni todos a la vez. Algunos de los territorios más importantes donde se pueden notar cambios son.

  • Emocional y social.
  • Relacional, amoroso y/o sexual.
  • Ocio y tiempo libre.
  • Laboral.
  • Estigmatización.
  • Descanso y sueño.

Los diferentes niveles afectados por la incontinencia nos pueden dejar ver algunas señales o banderas rojas para tener en cuenta. Atentas a:

  • Cambios de ánimo como irritabilidad, frustración, inestabilidad emocional y tristeza excesiva.
  • No querer salir o socializar, cambios en la alimentación como comer más o dejar de comer, cambios en la higiene, etc.
  • No tener ganas de hacer nada y, por ello, pasar muchas horas en la cama y/o en el sofá.

En el proceso de aceptación es normal tener altibajos en los que nos sintamos frustradas o más tristes de lo normal, pero hay que intentar seguir con nuestra vida haciendo lo que nos gusta, desarrollándonos y aprendiendo, incluso sintiéndonos útiles.

Es importante romper tabús y hablarlo con nuestro médico para buscar soluciones o mejorar con el tratamiento más adecuado. Si no conseguimos adaptarnos o continuar con nuestra vida con la mayor normalidad posible podría ser buena idea buscar ayuda de un profesional también a nivel psicológico.

Es necesario tener paciencia, tomarnos nuestro tiempo para adaptarnos y aceptar los cambios que conlleva tener incontinencia urinaria. Es una aceptación desde la calma y la tranquilidad, intentar normalizarlo sin renunciar a nuestra vida. A veces nos sentiremos como las únicas afectadas, pero nada más lejos de la realidad, solo en nuestro país afecta a más de seis millones de personas. Es verdad que para cada persona supondrá cambios diferentes, pero no estamos solas.

Habla con tus amigas, con tu familia o con quién estés más cómoda, ten muy presente tu vida social y autocuidado y, por supuesto, consulta siempre las dudas o recomendaciones con tu médico. La vida está para vivirla a tope y esta etapa solo es una más en la que poder disfrutar, a tu manera, de tener más libertad que nunca.