¡Hasta el frío tiene otro sabor! ¡Hay que ver cómo se pone la Torre Eiffel para celebrar la Navidad!
A veces, nos da miedo salir de nuestro círculo conocido por si nos pasa algo y no vamos a saber reaccionar, y con la incontinencia urinaria sabemos que pasa lo mismo. Existe el miedo de estropear las vacaciones a los demás por este problema e incluso puede dar miedo salir y estar mucho tiempo fuera de casa. Pero os digo yo, ¿Para qué sirven los bolsos grandes y las apetecibles cafeterías de Paris? Pues, para eso, para disfrutar de la ciudad y de una misma.

La Navidad es un época de encuentros y desencuentros, de sentimientos encontrados y nunca está de más hacer una escapada a uno de nuestros vecinos y disfrutar un poco. Esta vez ha tocado París, ¡y qué buena elección!

París estaba gustosamente fría, vacía y con ganas de agradar; los cafés del Marais y Montmartre con sus terrazas calentitas, la gente disponible para ayudar aunque fuese por gestos, el Sacre Coeur disponible para ser apreciado y hasta las gárgolas de Notre Dame parecían guiñar el ojo.

Igual era del frío, pero a mí me ha encantado y está claro que me he acordado mucho de vosotras, de lo que escribo en el blog y de su utilidad. Y por eso mismo he sentido la llamada de compartir con vosotras esta experiencia.

Y como os dije al principio, no hay que olvidar cómo en la mayoría de las veces lo que nos paraliza es el miedo anticipatorio, nuestra imaginación. Una vez que nos dejamos llevar, nos damos cuenta que no era para tanto y si lo era descubrimos que tenemos recursos para afrontar las vicisitudes de la vida.
¡No dejes de hacer nada que te apetezca hacer!

Foto| Ximena García