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Cuida tu espalda II

La espalda, columna básica que nos mantiene erguidas, levantadas frente al día a día, es también una de las partes de nuestro cuerpo que más sufre, por desidia principalmente. En general la hacemos sufrir por varias causas: al mantenernos mucho rato en la misma postura, cuando forzamos la postura aumentando las curvas de esa especie de “S” que forma, cuando realizamos esfuerzos incontrolados, ya sean intensos o ligeros pero repetidos y cuando realizamos movimientos bruscos.

Existe una serie de medidas básicas que nos ayudarán a mantener la espalda a salvo de complicaciones. En primer lugar debemos alternar las posturas. Así, hemos de procurar no permanecer de pie, tumbados o sentados de continuo: si nuestro trabajo nos exige estas posiciones, hemos de hacer lo posible por intercalar descansos, alternar posturas y realizar pequeños ejercicios de estiramiento de tanto en cuanto para relajar la espalda.

Para ayudarnos a ello, deberíamos rodearnos, en la medida de lo posible, de aquellos muebles y enseres que nos faciliten la adopción de posturas adecuadas: sillas y mesas de altura adecuada, nada de blandos sillones para trabajar, buena iluminación, etc. Vestir ropa adecuada (ni demasiado ceñida, que nos obligue a adoptar posturas extrañas, ni demasiado holgada, que nos fuerce a estar en tensión en previsión de un molesto desliz) y calzar zapatos cómodos y con un poquito de tacón (menos de 5 cm.) también serán de gran ayuda.

Si has de permanecer de pie durante mucho rato, procura poner un pie más adelantado que el otro. Ve alternándolos y, siempre que puedas, date pequeños paseos. De pie siempre es mejor estar caminando que parada. Recuerda mantener una buena postura, erguida y flexible. Si has de recoger algo del suelo, recuerda no agacharte, sino flexionar las rodillas y contraer el Suelo Pélvico al subir. Así, además de ejercitarlo, evitaremos esos incómodos “escapes”.

Si trabajas sentada, o permaneces mucho rato en esta posición, mantén la espalda erguida, bien apoyada en el respaldo, con los riñones bien encajados. Si es necesario, emplea un cojín. Los pies han de situarse firmemente plantados sobre el suelo; en caso de que no llegue, utiliza un cajón. Nunca han de quedar colgando, y cruzar las piernas tampoco es una buena idea. La mesa no ha de quedar muy alta ni muy baja, y siempre lo más cerca posible de la silla: que no te tengas que inclinar para escribir o teclear.

Unos mínimos cuidados pueden hacer que tu espalda sea tu aliada en la lucha diaria. ¡No la descuides!

Fuente| Sara Fiochi

Fuente| Daniela Gualtieri

Fuente|Fisiosfera

Imagen| Bigstockphoto

 

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