Se acercan las vacaciones, un viaje, ese acontecimiento especial que tanto llevas esperando… y, como en los típicos chistes que todas llevamos repitiéndonos desde tiempos inmemoriales, ocurre. Te toca la regla. Con sus molestias, el engorro que supone, la inseguridad que, a veces, acarrea… qué lata, ¿verdad?
Pero pensemos un poco. Los ciclos menstruales representan una parte importante de nuestra vida: más o menos la mitad de nuestra existencia la pasaremos pendientes de su ritmo. Así, aunque no nos define, desde luego forma parte importante de nuestra vida. Pero, aparte de la posibilidad de quedarnos embarazadas, ¿tiene alguna otra función?
En primer lugar es síntoma de salud. En edad fértil, la ausencia de menstruación o amenorrea sin presencia de embarazo o lactancia es señal inequívoca de que algo no funciona. Esta alarma natural puede alertarnos de procesos graves en nuestro organismo, de manera que, en el caso de producirse, deberías acudir inmediatamente a tu médico de cabecera. Para ayudarle lo más posible en su diagnóstico, y para asegurarnos nosotras mismas de que todo va como debe ir, es muy recomendable anotar las fechas en las que normalmente te viene la regla, y comprobar periódicamente que es regular y no sufre alteraciones importantes.
En segundo, es parte primordial del ciclo hormonal; de hecho, se considera el primer día de la regla como primer día del ciclo, a partir del que se cuentan los plazos. Posee una poderosa simbología: la sangre expulsada del cuerpo es la señal de la renovación, del renacimiento. En algunas culturas se piensa que ayuda a eliminar los elementos negativos acumulados durante el mes. No sé cuán cierto pueda ser, pero es bonito, ¿verdad?
La producción de hormonas femeninas, asociada naturalmente a este episodio del ciclo, nos mantiene protegidas y en forma. Por ello, su ausencia final, la menopausia, nos avisa de que debemos empezar a cuidarnos de manera más intensa, ya que a partir de entonces, al disminuir la producción de estrógenos y progesterona, no estamos tan protegidas.
Somos lo que somos, y parte de ello son nuestros procesos naturales. Son parte de la vida y la consecuencia del maravilloso don de poder otorgarla. Celebrémosla.
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