Uno de los mayores problemas que existen en torno a la Incontinencia Urinaria es esa especie de “pudor” a admitir que se está padeciendo. Nos sentimos extrañas, aisladas en nuestro problema, tratamos de ocultarlo y al final se transforma en una especie de obsesión: ¿se me notará? ¿Qué pasa si salimos de paseo y ocurre? ¿Y si lo huelen? ¿Qué van a pensar de mí?

Así, empezamos a vestir ropas oscuras, no vaya a ocurrir un “accidente” y se note, vamos siempre por los mismos lugares, donde ya sabemos que podemos acudir a un cuarto de baño a la primera señal, e incluso dejamos de hacer cosas que nos gustaban, como ciertos ejercicios o salir de excursión. Poco a poco, este problema se transforma en una gran losa para nosotras. Es el momento de decir ¡basta!

De entrada, has de saber que, en nuestro país, alrededor de seis millones de personas han padecido Incontinencia Urinaria al menos una vez en su vida. Como ves, no es algo tan extraño. Por otro lado, no es algo que debas mantener oculto. Es un síntoma, como un dolor fuerte, una señal de que algo no funciona bien. Si ante una repentina ceguera o un fuerte dolor de estómago acudiríamos inmediatamente al médico, en cuanto tengamos un episodio injustificable de incontinencia urinaria es necesario que busquemos el asesoramiento del especialista.

Ellos nos recomendarán cuál ha de ser el tratamiento específico para lo que nos está ocurriendo. Hoy en día se ha avanzado muchísimo en este campo, de manera que sabrán qué medicamento recetarte, o bien optar por una rehabilitación del suelo pélvico, en caso de que éste se encuentre debilitado, e incluso y para ciertos casos, si es conveniente pasar por el quirófano.

Como ves, no se trata de algo “inevitable”, una especie de “maldición” que haya que soportar. Además, y mientras dure el tratamiento, sabes que cuentas con toda una gama de productos específicos para pérdidas leves y no tan leves que te ayudarán a rehacer tu vida con la tranquilidad de no tener que preocuparte por ello.

No permitas que la Incontinencia Urinaria controle tu existencia. Sentirse bien no es un lujo: es un derecho. No renuncies a ello.

Imagen| Bigstockphoto