Cuando comienzan a acortarse los días, a oscurecerse las tardes y a enfriarse las casas, tendemos a deprimirnos ligeramente. Esto, que no es grave y que a menudo pasa sin ser notado, puede, a veces, llegar a producir un conjunto de síntomas llamados astenia otoñal. Entre ellos se encuentran una especie de cansancio sin origen claro, sueño persistente y un peligroso descenso de nuestras defensas que, si no tenemos cuidado, puede ser causante del primer gran catarro de la temporada.
La disminución de las horas de luz y el aumento del frío provocan un ligero desequilibrio en la producción de la melatonina, hormona que regula numerosos mecanismos metabólicos, lo cual revierte en unos días de desasosiego y aturdimiento hasta que nuestro organismo se adapta a las nuevas condiciones meteorológicas.
Si te notas decaída y sin fuerza, recuerda que se trata de algo pasajero, así que no te preocupes, salvo que esta pérdida de energía dure más allá de una o dos semanas. Para hacerle frente a la astenia otoñal es preciso saber reconocerla y no dejarse llevar por sus síntomas: cuanto más cansada estés o menos deseos tengas de realizar cualquier actividad es el momento de renovar tus esfuerzos y obligarte a salir, hacer ejercicio y reunirte con las amigas.
Procura añadir a tu dieta, siempre de manera equilibrada, alimentos frescos (fruta, verdura) para lograr un mayor aporte vitamínico, y productos como avena, patatas, nueces o vino tinto (con moderación) puesto que en su composición se encuentran sustancias precursoras de la melatonina. No olvides que lo mejor es realizar cuatro o cinco comidas al día, siempre tratando de consumir de todo a lo largo de la semana.
Aprovecha que los calores se esfumaron para regresar al ejercicio. O bien date largos paseos por la Naturaleza o por un parque: los hermosos colores del otoño ejercerán sobre ti un efecto balsámico impagable. Es la época también de reunirse en torno a humeantes tazas de café o infusiones para charlar con tus personas cercanas sobre los proyectos para el porvenir.
No te preocupes: no se trata más que de una tristeza pasajera que te sobreviene sencillamente porque eres humana. Unas veces no le damos importancia, pero otras nos pilla con las defensas emocionales bajas y nos afecta más. Pero pasará en seguida. Eso sí: procura abrigarte aunque no sientas frío: implica que tus defensas físicas también pueden estar bajo mínimos ¡y esta temporada la gripe está al acecho!
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