Estás siempre exigiéndote más, ayudado a tu familia, tu pareja, tus hijos, a salir adelante. Si esa amiga que está pasando por malos momentos te llama, lo dejas todo para acudir a su lado, si ese familiar enfermo empeora ¿quién mejor que tú para pasar la noche en vela en el hospital?
Lo haces encantada, desde luego, es más, te sentirías mal si no contasen contigo para todo. Pero, en el fondo, algo se va desgastando, y notas que necesitas algo. Un momento de puro egoísmo, sólo dedicado a ti misma. Necesitas un respiro.
Es algo imprescindible, si no quieres acabar pagándolo con tu salud. Seguro que más de una persona te lo ha dicho: no se puede estar siempre al pie del cañón, pero ¿cómo abandonar esta inercia que te hace estar en todas partes, dándolo todo? Pues bien, ha llegado el momento.
Reserva este fin de semana para ti. Pídele a tu pareja que te sorprenda: ya es hora de que recuperéis el romanticismo. O bien, si no tienes pareja, reúne a esas amigas a las que ves tan de vez en cuando. Organizad una escapada: cualquier lugar será adecuado, siempre y cuando no lo organices tú. Esto es lo importante. Delega. Explícales a los demás lo que te ocurre, te sorprenderá comprobar cómo vuelve a ti todo el cariño que has ido entregando. Deja que te mimen, para variar.
Y mímate tú misma. Permítete un capricho: esa joyita que tanto te gustaba pero que no querías comprar por no gastar en ti, ese disco o ese libro que tanta ilusión te hacían, ese espectáculo que llevabas meses deseando poder ir a ver… Sin cometer excesos, es el momento de caer en lo prohibido: ¿qué tal una visita a esa bombonería cuyo escaparate tanto te seduce?
Pero necesitas algo más. Ponte en manos de profesionales y relájate en un spa urbano (los hay a muy buen precio). Hazte dar un masaje o sigue un tratamiento de hidroterapia. Termina con un delicioso zumo de frutas o una infusión relajante. ¡Verás qué bien te sientes!
El día a día suma presión y estrés suficientes; si a esto añadimos la vocación que muchas de vosotras sentís por ayudar a los demás y la dependencia que a menudo esos otros tienen de vosotras, obtenemos un bonito cóctel de nervios acumulados y cansancio que, si no se liberan de alguna manera, pueden llegar a estallar en forma de enfermedades psicológicas o a somatizarse físicamente.
No lo permitas. Antes de que esto ocurra: ¡date un respiro!
Imagen| Bigstockphoto