Fuera complejos

Estamos tan acostumbradas a contemplar en el cine, en la publicidad, en la prensa y otros medios a esos rostros de proporciones “perfectas”, con pieles de terciopelo y pestañas kilométricas, o esas figuras delgadísimas, armónicas e imposibles, que es inevitable ver fallos cada vez que vemos nuestro reflejo en el espejo. No importa cuán liberadas estemos de la presión de los estereotipos; le demos más o menos importancia, en el fondo desearíamos ser como “ellas”.

Pero, ¿es eso posible? La respuesta es obvia: No. Simplemente porque esas mujeres maravillosas no existen. Todo es un truco, la magia de la fotografía, la iluminación, el maquillaje y, últimamente, el retoque digital. Así nos lo comenta una amiga de Sabesloquequieres.com, fotógrafa experta en books de cantantes y actrices.

“Esa piel de terciopelo oculta graves problemas de hidratación y una importante cantidad de poros y granos que han sido hábilmente escamoteados, además de arruguitas, bolsas bajo los ojos, etc. La proporción entre la nariz y los ojos sería absurda en una cara real: se modifica para destacar rasgos, pero si vieras a alguien por la calle con una cara así, te asustarías. Los pómulos demasiado prominentes o las barbillas destacadas también se acortan. Nada es real.”

Lo mismo ocurre con los cuerpos. Se alargan las piernas, se estrechan cinturas y se estilizan cuellos hasta tal punto que, lo que contemplas como bello y deseable en una revista, en el mundo real sería enfermizo y síntoma de un grave desequilibrio.” Para terminar, nos explica con sorna que “no hay mayor cura para cualquier complejo que dedicarse a fotografiar modelos teóricamente espectaculares”.

Así que, ya lo sabéis. La próxima vez que os encontréis a vosotras mismas deseando en secreto poseer esos rasgos de película, recordad que, en realidad, nadie los tiene. ¡Ni ella tampoco! Tan sólo son ficción.

Imagen| Bigstockphoto