No nos cansaremos de repetirlo; hay que beber mucha agua. Siempre, todos los días, hay que procurar tomar dos o tres litros de agua, infusiones o zumos, para mantener la hidratación de nuestro organismo en su nivel óptimo. En invierno es cierto que mantener esta rutina es a veces complicado, aunque las sopitas y tés calientes resulten deliciosamente apropiados. Pero es en verano cuando esta obligación se torna ineludible.
Aunque no te des cuenta, con el calor estás perdiendo una mayor cantidad de líquidos de tu organismo. Incluso si crees que no sudas, de manera imperceptible te estás deshidratando. Por eso no estaría de más que, en estos días en los que el sol aprieta, te acompañase siempre una botellita de agua, que puedes ir rellenando cada vez. Oblígate a beber de vez en cuando, aunque no sientas la sed, para evitar la deshidratación.
Recuerda que manteniendo un nivel adecuado de líquidos en tu organismo no sólo te mantendrás más guapa (tu piel lucirá más luminosa y suave y evitarás la retención de líquidos), sino que tus digestiones serán más sencillas y tus riñones funcionarán mejor, con lo que te sentirás mucho más activa y vital. Y, sobre todo necesario en verano, regularás mucho mejor tu temperatura corporal, evitando así los peligrosísimos golpes de calor.
Si tienes a tu cargo a personas mayores o a niños, no te olvides de estar pendiente de su hidratación. Los mayores regulan peor la cantidad de líquidos de su organismo, y notan menos la sed: según crecemos somos cada vez menos conscientes de la necesidad de agua, y esto puede llevarnos a un nivel crítico sobre todo en estas fechas. También los niños tienen la consciencia de la sed poco desarrollada, por lo que no estará de más andar un poco “encima” de ellos, proporcionándoles líquidos de manera constante, si no a base de sólo agua, que puede resultarles desmotivador, sí con zumos o frutas que además les proporcionarán energía y nutrientes esenciales.
En verano más que nunca, hidrátate bien. ¡Y disfruta del buen tiempo!
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