¿No tenéis la sensación de que últimamente ‘todo’ se ‘arregla’ haciendo ejercicio, evitando el estrés y llevando una dieta sana? Y claro, poco a poco vamos desatendiendo los consejos porque van perdiendo credibilidad. ¡Pues es un gran error! Y en algo tan importante como es el control de nuestro propio cuerpo, más todavía.
Me gusta utilizar la metáfora de la maquinaria de un reloj para entender un poco mejor cómo funcionamos. Nuestro cuerpo sería ese artefacto, por fuera y en apariencia sencillo, pero lleno de mecanismos milimétricamente ajustados y medidos por dentro.
Tenemos relojes, valiosísimos, que han resistido un montón de ‘ataques’ cotidianos, se han llevado algún que otro golpe con una mesa al apoyar los brazos, se nos ha escurrido de las manos al ponerlo y ha chocado contra el suelo, se ha mojado un poco al abrir un grifo o ha rozado el agua porque se nos olvidó quitarlo al llegar a la playa… ¡Y aguanta en funcionamiento!
No todos son igualmente resistentes, pero cuanto más cuidado tengamos con ellos, más larga será su vida y mejor rendimiento tendrán. Apliquemos la misma lógica a nuestro cuerpo. Si nos cuidamos, nuestra calidad de vida será mayor y el bienestar crecerá.
Es cierto que instaurar hábitos saludables en nuestra vida puede resultarnos muy dificultoso y pesado. Pero hay que tratar de buscar soluciones sencillas en lo relativo al ejercicio.
El debilitamiento de los músculos del suelo pélvico se asocia directamente con la incontinencia urinaria; la falta de ejercicio con los problemas óseos; el estreñimiento y obesidad a su vez también se relacionan con la incontinencia urinaria.
Para matar dos pájaros de un tiro no será necesario realizar grandes esfuerzos ni gastarse un dineral en gimnasios y entrenamientos. Tampoco debemos realizar ejercicios que supongan impactos bruscos, como el aeróbic o el ‘step’, ya que sin querer estaríamos alterando negativamente toda la musculatura pélvica e intrabdominal, además de requerir más tiempo disponible y dejarnos más cansadas.
¿Qué ejercicios podríamos incluir en nuestra rutina sin grandes cambios? ¿Alguien se anima a subir andando las escaleras de casa? O al menos la mitad de los pisos. Y, ¿a caminar todos los días al menos 20 ó 30 minutos? Seguramente con bajarse una parada de autobús o metro antes, ya cubriríamos este espacio. Y, por supuesto, ¿quién no dispone de cinco minutos al día para realizar algún ejercicio específico de suelo pélvico? Por ejemplo, antes de meterse en la ducha.
Seguro que alguna de vosotras puede compartir algún ejercicio rutinario que pueda dar ideas al resto de lectoras. Os animo a que participéis.
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