Hace unas semanas que hice el cambio de armario pertinente, el paso real y definitivo a la temporada de invierno y no ha sido hasta hace unos días cuando, al abrirlo, he visto la total oscuridad que lo domina. Abrigos, chaquetas, jerséis, pantalones y faldas instalados en la misma gama cromática, en tonos oscuros y apagados con los que es muy difícil verse bien.
Comienza una nueva temporada y nos mudamos en los colores que nos rodean, el sol aparece escasas horas y la oscuridad nos lleva a vestir en negros, marrones y grises casi sin pararnos a pensarlo. Además mientras las hojas se caen nos vamos llenando de capas y capas de ropa con las que es mucho más difícil arriesgar en el color.
Para combatir esta monotonía cada año los escaparates despuntan con colores llenos de vitalidad para el invierno. Concretamente para este de 2013/2014 el granate es una de las grandes apuestas, tanto en prendas monocromas como en estampados e incluso en barras de labios y sombras de ojos. Los azules también continúan muy presentes tras haberse transformado en imprescindibles durante la época estival por lo que no tendremos que pasar por el duro trago de guardar en el desván durante meses esa chaqueta o esos botines azul eléctrico que no nos hemos quitado mientras ha durado el buen tiempo.
Frente a la apuesta por los colores más vivos también se mantienen, como viene haciendo desde hace algunos inviernos, los tonos más claros como los blancos, beiges o cremas que ya se hicieron imprescindibles en los abrigos de las pasadas temporadas y siguen copando las paleta cromática por lo que podemos volver a instalarlos en nuestro armario sin ningún remordimiento.
Los colores de los que nos rodeamos, y por supuesto con los que nos vestimos, acaban calando en nuestra personalidad y nunca será lo mismo mirarnos en el espejo día tras día al salir de casa si vamos siempre de oscuro a si incorporamos una pizca de diversión y luz.
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