La imagen mental de un grupo de personas reunidas en torno a una buena merienda con el mismo libro en la mano ha quedado relegada a escenas de películas o pasajes de obras. Ahora el compartir opiniones literarias se hace en la red, en ocasiones como suplemento a los clubs de lectura físicos y otras veces por comodidad y rapidez.

Internet pone en nuestro camino cientos de nuevos títulos y de oportunidades para adquirirlos y con ello dificulta nuestra elección. Por eso en este tema siempre ha sido imprescindible el boca-oreja, todas tenemos a alguien del que siempre nos fiamos cuando nos recomienda leer una obra. Pero a veces necesitamos más, dialogar con más gente sobre las aventuras o las emociones por las que nos ha llevado el libro, descubrir retóricas que hemos pasado por alto o sentirnos obligadas a defender un título que nos ha sorprendido notoriamente. Por eso los clubs de lectura siempre han sido una necesidad para cualquier amante de la literatura; desde el primer momento, en el que se hace imprescindible la elección de la obra que se leerá esa semana, la oportunidad del debate no puede hacer sino más que enriquecer la obra.

Los clubs de lectura online suelen formar parte de redes literarias en las que también se puede llevar un registro de los títulos que hemos leído o de los que tenemos pendientes, ponerlos nota una vez acabados o dejarnos llevar por sus sugerencias para encontrar el próximo. Opinar, compartir, hacer tus propias sinopsis, encontrar gente con tus mismos intereses y rastrear nuevos títulos desconocidos, que en ocasiones también podemos adquirir online, es la parte positiva de estos clubs. La negativa es perder esa magia del diálogo, del leer en alto el pasaje que más nos ha impactado o de encontrar el gesto que estábamos buscando para expresar lo que sentíamos.
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