A medida que crecemos, nos enfrentamos a numerosos prejuicios que nos impiden avanzar. No sólo por parte de los demás, sino nosotras mismas nos ponemos barreras: “¿Seré capaz, siendo mujer, siendo madre, siendo mayor…?” Porque, si bien, lo que piensen los demás puede incluso servirnos de acicate (se van a enterar éstos de si valgo o no), pero reconócelo, eres tu peor enemiga. Las zancadillas que históricamente hemos ido acumulando pesan demasiado y estamos acostumbradas a rendirnos antes de empezar la lucha.

Por eso, cuando alguna de las amigas de Sabesloquequieres.com me comentó que su gran ilusión siempre había sido estudiar una carrera, me extrañó que no lo acompañase de un “así que voy a empezar”. Y es que los prejuicios pesan: “Soy demasiado mayor, qué van a pensar, no voy a poder, …”

Comenzamos con la gran mentira: la educación sirve para que los jóvenes se labren una carrera. Falso. La educación dura toda la vida. Cada día aprendemos cosas nuevas, con la velocidad con la que aparecen nuevas tecnologías e inventos, nos adaptamos y asimilamos. ¿Alguien pensaba hace unos años que podríamos poner un correo electrónico, hablar con gente del otro lado del mundo o hacer nuevas amistades a través de una página web como ésta?

Sin embargo, pese a que somos perfectamente capaces de aprender, crecer y adquirir nuevos conocimientos, la idea de seguir una formación reglada aún nos parece algo propio sólo de jovencitos. Desde Sabesloququieres.com queremos animaros a todas (y a vuestros compañeros también, por supuesto) a romper este absurdo tabú. El conocimiento debe ser libre y tiene que estar al alcance de aquel que se atreva a perseguirlo.

¿Y tú? ¿Alguna vez has querido estudiar pero te ha “dado corte”? O, por el contrario, ¿te lanzaste y estás aprendiendo nuevas cosas cada día? ¡Cuéntanos tu experiencia! Seguro que podéis ayudar a muchas de nuestras amigas que creen estar solas en esto. ¡Cuéntanoslo y ayúdalas!

Imagen| Bigstockphoto