Sonriendo al Sol

¡Por fin llegó el veranito! Los días largos y con mucha luz, las terracitas, la piscina, la playa, la ropa más ligera y alegre… Hasta la sonrisa parece que sale con más facilidad. ¡Y nos encanta ponernos morenitos!

El sol es uno de los mejores aliados naturales para nuestra salud ya que favorece la síntesis de vitamina D, concretamente los rayos Ultra Violetas tipo B. Esta vitamina, esencial para las personas, está implicada en la producción de calcio, tan importante para los huesos, especialmente para nosotras a partir de la menopausia. Además, según recientes estudios canadienses, americanos y suecos parece que se observa una menor probabilidad de enfermedades relacionadas con un crecimiento anormal de las células o con el sistema inmune. Y estudios realizados en la Universidad de Bonn demostraron como la falta de vitamina D podía influir negativamente en los pacientes con problemas cardiacos, concretamente en el músculo miocardio.

Pero cuidado, porque el exceso de sol, con una piel poco protegida e hidratada puede provocar serias quemaduras y aumentar de manera muy significativa el riesgo de cáncer. No se trata de tenerle miedo, sino de aprender a utilizar este recurso natural para nuestra salud y nuestra estética, de manera inteligente y saludable. Por eso, aquí os dejo algunos consejos interesantes:

  • Coger un color bonito no es una cuestión de dos días. Es necesario que empieces con algo de tiempo a preparar tu piel y tu cuerpo; verás que al final te costará mucho menos broncearte y además lo harás sin riesgo y sin las dolorosas quemaduras. Lo ideal es tomar uno o dos meses de “calentamiento”.
  • Cuida tu alimentación. Algunos alimentos favorecen el bronceado de manera natural, en concreto, los que contienen betacarotenos. Inclúyelos en tu dieta al menos dos veces al día. Entre los alimentos ricos en esta sustancia están la zanahoria, la calabaza, las verduras de hoja verde como espinacas o acelgas, las verduras de tono amarillo como los pimientos, y frutas como albaricoques, cerezas, melocotón y melón.
  • Mantén tu piel hidratada bebiendo mucho líquido, preferiblemente agua, y utilizando crema hidratante después de la ducha.
  • Exfolia la piel regularmente, por ejemplo, una vez a la semana. Hay productos estupendos con avena y azúcares que se aplican una vez a la semana sobre el cuerpo, se frota para retirar las células muertas, y dejan la piel suave y con más luz.
  • Y por supuesto, no dejes de utilizar protección solar, incluso en los días nublados o sin mucho sol. Es un mito que “si te echas crema no te pones moreno”; lo que permite la crema es que los rayos nocivos del sol no penetren y alteren el crecimiento y desarrollo normal de nuestras células. La melanina se estimulará en cualquier caso.
  • Utiliza un factor de protección adecuado. Las pieles más claritas (personas con ojos claros o muchos lunares), las de los bebés y las de los niños necesitarán un factor 50 o superior. Las personas más morenas podrán reducir su factor, pero siempre hay que utilizar uno superior a 15.
  • Renueva la crema solar cada poquito tiempo y siempre al salir del agua o después de sudar; incluso aquellas que dicen ser resistentes al agua. En días nublados o bajo una sombrilla también debemos proteger la piel ya que las radiaciones incidirán igualmente.

Verás como este verano disfrutas más del sol y consigues ese tono doradito que tanto te gusta; verse bien, ayuda a que nos sintamos mejor. Y si conoces algún otro consejo que quieras compartir con nosotras, no dudes en hacerlo.

Fuente: Agencia Sinc

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