Cualquier alteración en la micción, como la pérdida involuntaria de orina, puede generar un malestar y vergüenza que, en ocasiones, nos hace retraernos. La ayuda del médico puede ser fundamental para el manejo de la incontinencia leve, resultando más sencillo de lo que podría parecer a priori. Es necesario conocer cómo se produce y no tener miedo a consultar a los profesionales.

Ya hemos explicado de un modo sencillo y didáctico cómo funciona nuestro sistema urinario. La vejiga es un órgano musculoso, que cambia de tamaño según esté más o menos lleno de orina. La orina es el fluido resultante del filtrado de desechos y agua que contiene la sangre y se realiza en los riñones; desde ellos, se conduce a la vejiga por los uréteres, y las paredes vesicales envían información al sistema nervioso acerca del estado de la vejiga, para alertar al individuo de la necesidad o no de acudir al servicio. Así, una persona sana percibe la primera sensación de ganas cuando ha almacenado unos 200 ml de orina.

Desde que percibimos esa primera señal de referencia del estado de nuestra vejiga, podemos seguir acumulando de forma voluntaria de 350 a 500 ml., lo que nos permite elegir el lugar apropiado para el vaciado. Pero esta capacidad depende, fundamentalmente de dos condiciones: un esfínter o músculo encargado de controlar la salida de orina desde la vejiga funcional, y un músculo de la pared vesical o detrusor estable.

Algunos medicamentos, una lesión neurológica o un traumatismo en la zona uretral (por ejemplo, producido en una cirugía o durante el parto) pueden alterar el funcionamiento de este sistema. También puede suceder que la persona pierda la capacidad física o psicológica para responder ante la percepción de urgencia de micción. No obstante, la causa más frecuente de incontinencia urinaria en la mujer es el debilitamiento de los músculos pélvicos que dan soporte a la vejiga y a la uretra, provocando a su vez, un mal funcionamiento del esfínter.

No temas preguntar a tu médico sobre esta cuestión, incluso antes de que pueda aparecer, y sobre el modo de prevenir la “incómoda” incontinencia, pues como decimos, es un problema frecuente para el que existen soluciones sencillas, eficaces y, sobre todo, muy discretas.

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