Hay momentos en los que no estamos a gusto con nosotras mismas, las causas pueden ser múltiples pero los sentimientos son los mismos; ansiedad, estrés, falta de autoestima… Cuidando nuestra salud física, mediante la alimentación y el deporte, es posible sentirnos mejor por dentro pero en ocasiones no es suficiente.
Nuestra mente necesita que le prestemos atención, sin caer en la obsesión y en el preocuparnos exclusivamente por nosotras mismas es posible incluir pequeños cambios en nuestro día a día con los que podemos comenzar a sentirnos más equilibradas y felices. La actitud con la que vivamos y con la que nos enfrentemos a cualquier situación que pueda surgirnos en fundamental para ser felices.
Aunque es interesante dedicarnos algún tiempo en soledad que nos permita pensar y poner nuestra vida en orden debemos equilibrarlo con la realización de actividades acompañadas, ya sea con familia, amigos o compañeros de trabajo. La diversión y los logros en grupo son una potente fuente de motivación.
En esos momentos que nos dedicamos a nosotras es agradable pensar en próximos retos y metas en nuestra vida, cosas alcanzables pero en las que por diferentes motivos no solemos centrarnos. Ponerse metas y retos es una buena forma de fomentar nuestra motivación y a la larga nuestro autoestima.
Una de las aptitudes fundamentales para alcanzar ese equilibrio emocional es la proactividad; somos nosotras quienes debemos decidir qué vamos a hacer y cómo tomando la iniciativa y siendo siempre responsables de esas decisiones. Pensar antes de actuar y no esperar a que el tiempo u otras personas decidan por nosotras.
Hay pequeños actos del día a día que también pueden ayudarnos a sentirnos mejor mentalmente, por ejemplo ayudar a los demás desinteresadamente; y, por supuesto, sonreír a la gente con la que compartimos nuestro día a día haciendo de cada momento algo especial.
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muy bonitos pero para las que tenemos hijos y trabajo de donde sacamos el tiempo
Es complicado ¿verdad? pero hay que intentar sacar un ratito para nosotras. Pedir que nos echen una mano de vez en cuando (a los papis, a los abuelos…) puede ser una buena opción ¿No creéis?
Un abrazo, Marina!