A través de esta danza se obtiene una armonía perfecta entre cuerpo, mente y alma. Todo un conjunto de beneficios que mejorarán sensiblemente nuestra calidad de vida. Mediante movimientos circulares fortalecemos los músculos que otros ejercicios ignoran, pero que tanta importancia poseen a la hora de lograr nuestro bienestar, como abdomen, pelvis, lumbares,

Uno de los mayores problemas relacionados con nuestro cuerpo suele ser el rechazo consciente o inconsciente al mismo. Este tipo de actitudes, fomentadas por una sociedad vacía que ha establecido el culto a un ideal de belleza inhumano e inalcanzable como “religión” generalizada, genera todo tipo de inseguridades e ideas negativas que nos impiden movernos con libertad y nos fuerzan a ocultar lo que es connatural a nuestra propia feminidad. Mediante la práctica de esta antigua danza, lograremos romper esa barrera autoimpuesta de comunicación y amor hacia nuestra propia esencia.

Conocer y aceptar nuestro propio cuerpo nos lleva al conocimiento propio; puede ser sorprendente el descubrir en nosotras mismas cualidades que admirábamos en los demás y que creíamos ajenas. Libre de prejuicios, la mujer florece, crece, se desarrolla, independientemente de cuál sea su edad. La danza del vientre, además, explota la vertiente más excitante del baile, del movimiento del cuerpo. Superados los temores e inhibiciones que nos impiden brillar con luz propia, la sensualidad innata de cada mujer brota libre, expresándose en su total potencial para sí misma o para el mundo.

Punto aparte merecen los conocidos beneficios de cualquier actividad física, más aún si se trata de un ejercicio tan completo como esta danza que, además, permite el trabajo separado de cada parte del cuerpo, consiguiendo una notable mejoría en el tono muscular y vital en general.  Esta danza es adecuada para cualquier tipo de edad y mujer ya que se trata de un antiquísimo arte que deberíamos esforzarnos por conservar.

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